León Peredo

 

La Historia Universal es la de un solo hombre 

Jorge Luis Borges 


Bienvenido León Peredo a EL CLAROSCURO 

Siempre es un privilegio abrazar tu alma. 




Hola, Soy León Peredo, nací en San Justo, Buenos Aires, en 1978. Me gusta mucho leer y mirar películas. Tengo una pequeña editorial artesanal desde donde editamos a poetas de distintas nacionalidades. 

Edité plaquetas de poesía en Editorial La Lápida, del poeta y novelista Matías Esteban. Con él creé la revista literaria Forthedon que circuló durante varios años en las calles de La Plata.  Edité con Del Refalón Edizyones siete libros de poesía, entre ellos: Amordemivida, Fragmentos lacanianos, Un ojo de tu cara, Échale la culpa a Freud. Con el mismo sello editorial publiqué ocho novelas, entre ellas: Los perros de la noche, El amor de Colette, Los hijos de Darwin, Cajas Chinas. 


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¿Cómo llegaste a la poesía?

A la poesía no llegué todavía. Con la poesía pasa lo que sucede con la utopía según Galeano: La poesía nos hace caminar, nos exige esa permanente peregrinación por la palabra. Cuando llegamos a la poesía, nos anquilosamos, perdemos esa ludicidad nómada y nos volvemos sedentarios agricultores de la comodidad poética.  Por otro lado estoy convencido que uno nunca llega a la poesía, y si llega cae fulminado a sus pies. Mi andar hacia la poesía empezó en mi adolescencia: las palabras lo saturaban todo, se desprendían solas del cuerpo, se arremolinaban ansiosas, y esa hojarasca se fue haciendo cotidiana y uno debía salir a diario con una escoba y un rastrillo a hacerse cargo de las palabras.


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¿Qué tan cerca o qué tan lejos se encuentra el hombre (en su quehacer día a día) de la poesía?

La poesía es una cosa absolutamente prescindible. No solamente hoy sino siempre. Así como son prescindibles los abrazos y las guerras, los edificios públicos y los guardapolvos, los zapatos y los trasatlánticos. La poesía es una tecnología de avanzada, primero fue la palabra, luego la poesía: esa cosa accesoria, esa bijouterí de la lengua. El problema, la controversia, si se quiere, estaría en lo siguiente, en responder la siguiente pregunta: ¿Qué cosa es absolutamente imprescindible en la vida humana, de qué cosas el hombre no podría alejarse sin poner en peligro su propia continuidad sobre la Tierra? Tres cosas: comer, dormir y reproducir la especie. Todo lo demás es prescindible. Ni el amor sería necesario, hipótesis que se propone -por ejemplo- en Un mundo feliz (1932) de Aldous Huxley. Sin embargo cabe preguntarse también lo siguiente: ¿Qué hace humano al humano? ¿Masticar, dormir, reproducirse? Eso también lo hace cualquier otro mamífero. Yo no sé cuán cerca o lejos se halla el Hombre de la poesía, pero parafraseando a Gelman, aunque la poesía sea prescindible debemos sentarnos y buscarla. Buscarla siempre. Arrancar los azulejos del baño, la cerámica del suelo y buscarla.


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saber, cuanto antes, que la lluvia es solo lluvia.
que lo que ocurre en el mar es lo que ocurre en el mar.
que lo que sacó chapa de metáfora es solo chapa, hoy,
porque mañana será óxido. y éste último es lo que es.
y que dejará de serlo. todo tiene una prudencia exquisita:
pero el voyeurista, el pensador, el exégeta o el adivino
le adjudica extrañas simbologías a lo que solo es casual.
casual es que te hayas detenido en este palabrerío
casual es que hayas tenido tiempo para hacerlo.
las palabras, los amores, las tortugas son lo que son y no otra cosa.
además de ser les exigimos que hablen y digan cosas,
qué culpa tienen las huellas del peso con que se las forjó.
la lluvia es lluvia y apenas si alcanza a serlo.
todo lo nuestro no es sino una tentativa, un derroche de optimismo.
solamente el olvido tiene sus mitologías, y lo ignora.



si se escribe poesía
se sabe estar siempre
a un paso del patetismo
no queda otro remedio que intentarlo
están la luna y la pena como pretexto
están la vida y la muerte
y el amor y su hostia como salvoconductos,
se podrá alegar con ligereza que se ha tenido un mal día
'pésimo día' magullará el malicioso lector,
alguien ha dicho que el que es poeta es poeta siempre
permítanme disentir
a veces el golpe de suerte es
otras veces es el golpe de gracia,
que si no alcanza con la intentona de hoy
tendremos la de mañana
nunca es tarde para escribir un poema que no despierte la
desdeñosa sonrisa del Buen Poeta de Turno,
porque de algo debemos estar seguros: Dios es Dios
y el fluido de la poesía no corre siempre en las mismas venas,
un premio no significa nada pero ayuda a pagar los gastos
y de un poema malo se sale haciendo uno bueno.
de lo único de lo que no se vuelve es de la muerte
y eso también podríamos dudarlo. 



uno se cansa de ser bueno
no hay en eso misterios ni metafísicas
solo que uno se cansa de ser bueno
entonces corta una flor
patea una piedra
con íntima satisfacción toca un timbre y huye
o quita de un buzón una carta y la destruye
y dobla la esquina sintiendo dentro suyo cierto equilibrio
pensando que a lo mejor ahora
el universo lo tenga un poco en cuenta
no hay filosofía ni pragmatismo ni razón o pasión en eso
solo que uno se hastía, se astilla, se asfixia a veces de ser bueno
entonces espanta una paloma
empuja con su zapato la dormidera de un perro
se cruza de brazos y exige que Dios le firme un dividendo
un pagaré, un algo,
porque no pretende nada, ni siquiera el cielo,
solo que uno se cansa, se arruga, se fastidia de ser bueno
entonces aplasta una mosca
y mira desafiante el mundo.



el ojo del hombre cotidiano
es un cuenco donde el mundo
vierte sus temores, sus temblores y sus dichas,
a veces derrama el cuenco una lágrima
de temor o de temblor o de dicha
vacío el cuenco
vuelve a llenarse
con hojas, con viento, con cenizas
anda de ese modo
vaciando en páramos de su alma
pesares que el vivir cotidiano
renueva a diario
trabaja, ama, insulta, reza,
desama y vuelve a amar
hasta que el cuenco final se seca o resquebraja
y definitivamente se cierra
y retorna al barro
donde una mano avezada
volverá a abrirlo. 



huir de las certezas
de las fórmulas infalibles
de la pura verdad
de la palabra grave y aguda
de la mujer o del hombre o del animal que hable en prosa
huir con lo puesto
tarde o temprano crecerá de nuevo el paisaje
huir de todo lo inmaculado y lo impoluto
en la prolijidad los monocordes terminan desfigurando el cielo
huir de la apariencia y de la esencia y del consejo
lo que apabulla silencios suele no merecer ninguna pena
yo no sé nada
cada vez sé menos que ayer
soy una gran ignorancia
todo el tiempo abro las nueces que caen a mi alrededor en este bosque mío,
soy mi pura búsqueda
si me encuentro me traiciono
quien dice quererme quiere sujetar a sus muelles oscuros mis
lunas doradas,
huyo desnudo y corriendo de toda certeza
soy la gota que siempre rebasa el vaso
en la incertidumbre dejo mis carnes,
el cereal de la existencia arroja al tiempo sin tiempo sus
carros llenos de ojos que nada ven y lo miran
todo


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Comentarios

  1. ¡Bravo! Un gran pensador. Felicitaciones por la selección de poemas.

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  2. Pienso que sí tiene una gran poesía. Se siente antipoeta.

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  3. Es cierto, la voz poética de León es grande por muchas razones, resalto su sencillez, su humildad, autenticidad y hondura. Siempre es un gusto y un privilegio volver a sus poemas.

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