Adrián Cancio Padrón
Es probable que algunos pensamientos simples
dependan casi enteramente de centros profundos.
Dr. Arthur C. Guyton:
Tratado de Fisiología Médica III
Pacto Roto
Tomando en cuenta las emociones,
una mujer rompe el pacto
y
con el pacto cae la cabeza
de una
paloma.
He querido silenciada, es decir,
juntar el pacto con la cabeza,
pero apenas vivo,
apenas
tengo medido todo el radio
donde transito éste vehículo de carga.
Si la tierra decide tragarme
-si
es que yo, con respecto a la tierra,
significo algo-
no dudaré en apuntalar la señal;
una piedra giratoria o un erizo
que
transporte mi vida a otra meta.
Siempre habrá un pacto roto.
Siempre habrá un descabezado
tratando de solucionar con los pies
el vacío de sus hombros.
Siempre habrá una mujer
y con ella el revoloteo de una inquietud.
Tomando en cuenta las emociones,
una mujer rompe el pacto,
y
con el pacto cae la cabeza
de una paloma.
El vendedor de Fugas
Allá, donde la calma se pudre entre dientes
y el grosor de una aguja me sabe a mí
(allá, cálida mujer, no en mis muertos)
las
ostras intoxican al vendedor de fugas
y se
encierran sin amapolas.
En los fondos coralinos del Este,
donde Garbanzo -niño cabezón-
tiñe
siempre sus pulmones
(aquí,
cálida mujer, no en mis muertos)
las
ostras parecen parpadear
y el
vendedor de fugas te sabe a ti.
Le pregunto al taquero
Cómo definir la distancia,
hacer que un trozo de carne sea
el
(pre)texto, la locura,
la ráfaga de extrañar
al
hermano que mató a mi hambre.
Cómo definir la situación:
Mi
hermano que tan necesitado está
y
ahora esas manchas,
ese
sebo en la pared
simulando una geografía dramática.
Cómo definir la distancia
-le pregunto al taquero,
pero éste no comprende
aunque sus manos hagan
de
la carne
una
expresión familiar,
casi
insólita-
De regreso, en los cafetales
Ya no necesitas al fauno ni refugiarte en los plantíos.
Basta con la sombra de los tamarindos y la
bondad de los cafetos. El camino es largo, angosto y augura la luz de la
madreselva.
Vale el hecho de inmiscuirte en rostros
buenos mientras trituras, con tus pasos, las hojas secas que alfombran la
siembra.
No te detengas.
Los insectos procurarán tus oídos y tendrás
conciencia de que arribas a otro cuerpo, tocado por las lluvias, la luna, el
sol y nada más.
Cárgate de ese verdor que algún día vivirá en
tus alas y espárcete:
Ya no necesitas al fauno ni refugiarte en
los plantíos.
Volutas
Jamás la penumbra se ha vestido tanto de
vida…
Temo la fuerza con que cierras los párpados
porque te vas redondeando como el mundo.
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