EL CLAROSCURO: Eduardo Bechara y su visita a Neiva
Neiva es la ciudad escogida por Eduardo Bechara para cerrar su gira nacional YO VENGO A OFRECER MI POEMA-ANTOLOGÍA DE RESISTENCIA.
¿Y por qué Neiva? La respuesta es Por nostalgia, la capital bambuquera de Colombia hace parte de los recuerdos de infancia de Eduardo, él y su familia pasaron varias temporadas (especialmente las navideñas) en esta ciudad y volver era algo que acariciaba desde que salió de gira. Además de ese primer impulso guiado por la añoranza, Neiva no es ajena a la situación social del país, las movilizaciones y el debate de ideas y de opiniones así lo demuestran.
Eduardo descubrió una Neiva diferente a la de sus recuerdos, es innegable el paso del tiempo, éste moldea los lugares y las personas.
Acompañé a Eduardo en las tres presentaciones agendadas, tuvimos la oportunidad de divulgar la antología Yo vengo a ofrecer mi poema, se habló también de su experiencia y trayectoria como escritor, editor y gestor cultural.
Las personas que nos acompañaron y escucharon saben que Yo vengo a ofrecer mi poema es un documento histórico de altísima estética que retrata la convulsionada situación social de nuestros días, señala las heridas pero también habla de unidad y de esperanza.
Gracias Eduardo por visitarnos, gracias a los amigos que nos abrieron sus puertas para realizar las presentaciones, gracias a las personas que nos escucharon y participaron activamente en las sanas y formadoras discusiones que nos llevaron a reflexionar y a sentir el palpitar de nuestra Colombia.
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D´Oliva Food and Coffee
A UN PUEBLO HUNDIDO EN ALTAMAR
La auténtica incapacidad de hablar nos viene con la muerte
La muerte es una niña que habla en lengua de señas con
/ los árboles
y abre en nosotros una escotilla
por donde el océano canta:
nadie ha besado tantos pies
para no ser dios de sí mismo
El silencio es un muro de agua
que no podemos atravesar
sin que primero nos inunde
el agua es un hombre soplando
a tres mil pies de altura
y el hombre una lanza sola
contra la fuerza del oleaje
Hay un mar que duerme en nuestro oído
y un solo de trompeta para despertarlo
La música habla en los dedos
que tocan el rostro
más o menos azul de la muerte
Tan solo el demonio puede cantarle al demonio, dices
y hay toda una nación cantando en nosotros:
si movemos los labios en la oscuridad
es por temor a quedarnos sordos
Alejo Morales
NO TE PERDONO POESÍA
PULSO EL SILENCIO
Pulso el silencio
y una letra desnuda e implacable cae
como aguja en pajar.
No logro la voz que llame a los dioses
para que digan algo en esta tarde
donde todos tenemos el dedo en la boca
como huérfanos.
Luz Mary Giraldo
ASÍ como las piedras hablan, así como la tierra
habla, así yo te hablo. Y la ceguera de mis
dedos hablándote recorren tu cráneo, tus
narices, las fosas de tus ojos, y de bruces es el
infinito del cielo el que habla alzándose desde las
fosas agusanadas de tus ojos. Y como un paisaje
de tierra subiendo con la tierra nuestros rostros
se van alzando desde nuestros rostros muertos y
entonces así, como las piedras hablan, como la
tierra habla, yo te hablo cadáver de mí, amor de
mí, hueso de mí, pequeña pupila redonda de todo
el amor que sube y son los ojos de ti mirándome.
Y te veo!
Y mirándome, y ciegos mirándome, y ciegos
como entero el cielo mirándome, miras desde
arriba un país de desiertos y me ves. Y me ves
subiendo, y me ves subiendo y subiendo y tus
ojos ven mis ojos llenos de tierra subiendo,
alados, agusanándose pero de luz en los cielos.
De Inri, 2013
Raúl Zurita
A UNA DAMA QUE LAMENTA LA DUREZA DE MIS VERSOS
Sucede que cuando salgo, lo primero que veo
es un vagabundo que hurga en la basura.
A veces, una loca sombrea su miseria
frente a mi casa. Y el vacío de sus ojos insomnes
entenebrece la luz de la mañana.
Esquinas y semáforos invadidos por gentes
que venden cualquier cosa. . . enjambres de niños
se precipitan a limpiar automóviles
a cambio de un peso, un insulto, un golpe.
Adolescentes ofertan el único bien: sus cuerpos.
Mendigos, limosneros, drogadictos: la ciudad entera
es una mano famélica y suplicante
Usted vive un mundo hermoso: frondosas arboledas
canchas de tenis, piscinas donde retozan
bellos adolescentes. Por las tardes
niñeras uniformadas pasean en cochecitos
a rubios serafines.
Su marido es funcionario importante.
Usted y su familia vacacionan en Nueva York o París
y en este país están sólo de paso.
Lamenta mis visiones ásperas. Las quisiera suaves,
gratas como los pasteles y bombones que usted come.
Siento no complacerla. Aquí, comemos piedras.
Daisy Zamora
PARÁBOLA DE LAS MANOS
Esta mano toma un fruto,
La otra lo aleja.
Una mano recibe al halcón, se quita un guante,
La otra lo ahuyenta, prende una antorcha.
Una mano escribe cartas de amor
Que su equívoca siamesa puebla de injurias.
Una mano bendice, la otra amenaza.
Una dibuja un caballo,
La otra, un puma que lo espanta.
Pinta un lago la mano diestra:
Lo ahoga en un río de tinta, la siniestra.
Una mano traza la palabra pájaro,
La otra escribe su jaula.
Hay una mano de luz que construye escaleras,
Una de sombra que afloja sus peldaños.
Pero llega la noche. Llega
La noche cuando cansadas de herirse
Hacen tregua en su guerra
Porque buscan tu cuerpo.
De La farmacia del ángel, 1995
Juan Manuel Roca
¿CÓMO NOMBRAR ESTE CUERPO?
Su corazón es el de un niño huérfano.
Un puñado de susurros llena el esternón
y las costillas de una mujer olvidada
en algún potrero de Ciudad de México o de Bogotá.
El cráneo que yace sobre la mesa de disección
no es el de Otelo.
Una anciana posa con una hendidura en el parietal
izquierdo; sus pómulos pronunciados preguntan:
“¿Quién regará mis romeros en la mañana?”.
Un adolescente presta el fémur
y la tibia aún sin clasificar.
Un caucásico dona las falanges de las manos
para completar el cuaderno del forense.
Pesa el aire de los muertos sin nombre.
Se levantan pidiendo arrullo:
“Todos los huesos hablan penan acusan
alzan torres contra el olvido”.
Los escucho como una madre cuando
lloran los hijos sobre su falda.
De Este permanecer en la tierra, 2020
Angélica Hoyos Guzmán
EL CIELO NOCTURNO DEL MUNDO
ALGO Y PARA SIEMPRE
Hemos perdido algo para siempre
SERGUEI ESENIN
Culpable o no
pierdo todos los días algo y para siempre.
Igual a ti, Serguei Esenin,
quiero salir por los caminos,
colgarme el morral,
dejarme barba.
Pero estos caminos, Serguei, están secos
y no hay una sola hectárea en mi tierra sin un grito.
Sus silencios no son los del alivio,
sino los del espanto.
Cansada de vivir en estas nubes
la luna patalea sobre vencidos ardores.
La muerte se entierra aquí,
escarba, escarba,
se lleva toda el alma en un suspiro,
perdiendo, Serguei,
algo y para siempre
De Las espadas de Dios, 2018
Carlos Fajardo Fajardo
MUSEO DE LA MEMORIA
SAMUEL
Tenía las manos cubiertas de señales, matizadas de tiempo,
las manos justas para acariciar palomas y acomodarse el
/ sombrero.
Todo en su piel era un mapa de sucesos.
Alto y delgado, en la espalda tenía la curva exacta
para acomodar el costal, la casa
y la memoria, justo lo que más le pesaba.
Samuel olía a leña, a campo,
sus alpargatas hablaban de veredas, de agobio.
Fue un niño medroso, con los ojos enormes del espanto.
Sin otra razón para crecer,
se vio forzado a habitar su estatura.
Más allá del humo, del machete,
de la historia que engullía sin dientes,
de sus labios salían coplas, cándidas retahílas.
Nunca dejó oír una queja, excepto en las pesadillas
en las que volvían la madre, el fuego, sus manos mínimas.
Samuel fue a vivir a nuestra casa
y con él llegaron la tierra, la cuajada,
la historia de un país desconocido.
Era un enigma errando entre los carros,
desatinado como un cisne en la avenida,
héroe y víctima de la adversidad.
La historia no se ocupa de personas así, fundamentales,
sin ellas no es posible atar los cabos,
templar las cuerdas de la voz.
Nunca supo trazar una letra
pero hoy habita estas palabras.
Luz Helena Cordero Villamizar
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