La lechuza y el arlequín. Maximiliano Hunicken
Enturbian las aguas para que parezcan más profundas, así ha sido antes, y seguirá siéndolo.
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La lechuza y el arlequín
Aquella ave “Athene noctua” – la ateniense nocturna - es símbolo de una aguda sabiduría, que a su vez es simpliciter et individualiter, la filosofía clásica le rinde honores; y con ellos se destacan tres razones. Primera razón: es un ave que acompaña a Palas Atenea, y que tiene unos ojos brillantes y penetrantes, representa la perspicacia y la penetración especulativa. Segunda razón: La lechuza caza en aquel abismo nocturno, es decir, en la ausencia de la luz solar. Ella anhela cazar al ser metafísico, a través de la opacidad del mundo. Tercera razón: Esta ave tiene la capacidad y el poder de girar su cuello, casi en rotación total; por ende, su mirada es panóptica, signo perfecto de la filosofía que todo lo ve. En definitiva, esta tercera razón entre otras cosas, vislumbra la capacidad de la lechuza y la filosofía para ver las cosas y todo en un solo acto. Esto es, a partir del punto de la evidencia, es decir, la inmediatez de la visión del Ser. Además de propiciar que, si se ve un todo, no se puede ver la nada. (Parménides: El ser es – el no ser – no es). Ahora bien, así como existe la claridad y la consonancia del pensamiento clásico, junto a ese ver con inmediatez al Ser. También se debe tener bien en claro, la existencia de aquella gracilidad y ligereza por parte de la sonrisa, sí la sonrisa como signo de humildad, otras veces como signo de provocación. Justamente porque henos aquí con aquel arlequín, que ha sido devaluado durante gran periodo de la historia occidental, a tan sólo ocupar el lugar y el escenario burlesco de todas las actividades humanas. Como también a ser el centro de entretenimiento de todas las relaciones de poder. No obstante, el arlequín ha de presentarse como una nueva figura ante la solemnidad de la lechuza. Y así abrir un nuevo horizonte conceptual sobre la subjetividad. Ella misma está sostenida sobre la existencia lúdico-estética de autores como Nietzsche, Foucault y Deleuze. Ahora bien, en lo que atañe a este arlequín, nos remitimos a Nietzsche. Dado que, se entrelazarán las especulaciones nietzscheanas en torno a subjetividades que se potencian con la risa, el humor, y la ironía, para así incidir en las posibilidades de devenir –otro en las configuraciones jerarquizadas, o que presentan un cierto atisbo de ceremonial o seriedad intelectual. Entonces se ha de apelar a la comedia, como aquel juego que imita a la vida. Por último, nos cabe aludir al alichino del Dante, o al arlecchino que es uno de los tantos nombres del Secondo Zanni. Estructuralmente es el otro componente de la pareja zannesca formada por el Primo y Secondo Zanni: el listo y el bobo, el ligero y el pesado, el jefe y su secuaz.
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