De la Obligatoriedad de la Felicidad a la Naturalidad del Deseo: Memoria y Olvido.

 


De la Obligatoriedad de la Felicidad a la Naturalidad del Deseo:   

Memoria y Olvido.





Introducción.


        Pareciera ser un imperativo categórico, el hecho de escapar al dolor humano, al sufrimiento en todas sus facetas. Y aún así, pensadores, psicólogos y filósofos siguen preguntándose a qué se debe la obligatoriedad de aquella felicidad. Porque no deja de ser autoimpuesta a lo largo de nuestra incipiente cultura. Ahora bien, otra pregunta latente es poder responder a esta inquietud que nos dirime sobre los aportes o los atisbos que pueden ofrecer los tópicos de una filosofía Nietzscheana, al tratar el tema de la felicidad en pleno siglo XXI. Cabe decir, que ya no tan sólo su lateralidad nos puede ilustrar sobre aquella constelación de Felicidad – Memoria – y Olvido. Sino también rescatar la dinámica de ese sentido metafísico del olvido, como también de la precariedad de toda memoria ofuscada. Cuando hacemos referencia a la metafísica del olvido; nos remitimos a un olvido ahistórico y otro deshistorizante, dos olvidos que se complementan y tienen sus discreciones, mas siempre bajo el tutelaje de una economía del olvido. Como también aquel sentido nihilista del olvido, con todo lo que significa el nihilismo, ya sea pasivo o activo. Justamente porque tras la zozobra de toda racionalidad “deshidratada” se oculta el verdadero motivo de aquella primordial tensión, entre lo que nos obliga o conmina a ser felices, ante lo que nos libera a partir y por lo que deseamos. 


1)  El Imperativo categórico de la felicidad.



             Así como se hace referencia al imperativo categórico Kantiano, habremos de llevar a cabo semejante analogía, para vislumbrar esa obligatoriedad de la que se habló con anterioridad. Es decir, el imperativo de aquellas sociedades que parecieran inocular al individuo con mandatos vacíos y cosificados de felicidad. Inculcando una suma de sensaciones o resultados que en un primer momento son positivos y nos recuerdan a toda cultura de consumo y cancelación.  Sí, de anulación porque no coinciden los individuos en ese formateo uniforme y restrictivo de toda convención donde cada uno aporta su productividad en función de ese regocijo y en nombre de un rendimiento que muchas veces es ficticio o no representa a toda la realidad del grupo humano.  También cabe destacar el aspecto negativo de la felicidad, porque ella lo padece; siempre y cuando la felicidad se convierte en un fragmento, donde antes existió un determinado tipo de dolor.  Es decir, que justamente es el dolor el que salvaguarda a la felicidad de cosificarse, y le concede el beneplácito de la duración.  Otro elemento relevante del dolor y de la angustia es que nos vuelve reflexivos, pero aún así, seguimos surcando aquel camino de intensidades que son dolorosas y pasionales.  En pocas palabras, toda dicha profunda contiene un factor de sufrimiento.  Ahora bien, también es relevante señalar que la filosofía Kantiana, ha sembrado importantes preguntas sobre la felicidad; y aún así, también se pueden observar quiebres con respecto al imperativo categórico, como también al imperativo hipotético.  Aunque y no inclinando del todo la balanza hacia Kant, podemos aseverar lo siguiente: “Hay, sin embargo, un fin que puede presuponerse real en todos los seres racionales (en cuanto que les conviene los imperativos, como seres dependientes que son); hay un propósito que no sólo pueden  tener, sino que puede presuponerse con seguridad que todos tienen por una necesidad natural, y éste es el propósito de la felicidad”  Entonces nos cabe entrever, que el mismo Kant se preocupaba por el tópico de la felicidad, mas su óptica matemática y filosófica no le permitía redefinir la palabra “deseo”.  Ahora, para muchos libres pensadores, tanto en lo económico como en lo social, cabe una pequeña licencia kantiana, que versa sobre la naturaleza del imperativo hipotético; a decir verdad, el imperativo hipotético que representa la necesidad práctica de la acción significa aquel medio para fomentar la felicidad de manera asertórica. Y de este modo, se deja entreabierta la puerta que se dirige hacia la problemática del deseo y la felicidad. De forjarse su propio camino a prueba de pasos que son puentes y nunca metas. 


2)  Un Camino de deseo, memoria y olvido.


       En toda obligación anida una necesidad, o la intemperie de una superficial felicidad, que se va agigantando en la medida de toda desesperación. Obligados y sin la inexcusable condición de aquella primera naturaleza; solemos caer en la ambiciosa empresa de la codicia.  Y como si se tratase de un maniqueísmo materialista y corporativo, gestionamos nuestra voluntad en la medida de nuestros temores.  Y así se petrifica la memoria y toda la historia de una humanidad que tan sólo anhela liberarse con el deseo.  Por ello, memoria y olvido trasuntan el recorrido de este artículo en la medida de aquella naturalidad propuesta por el mismo ardor de nuestros deseos.  Ya que ese sentido metafísico del olvido, ha sido restituido por lo ahistórico en el hombre. Y con el sentido nihilista del olvido, se ha deconstruido el bagaje cultural del mismo lenguaje, y de la misma vida.   Ahora bien, nos cabe señalar por último que la felicidad, ante todo, es una condición vital y natural, donde el deseo-olvido juega un papel preponderante: Por ello, el camino del deseo nos pone en contacto íntimo con las cosas, con el encuentro y el desencuentro de aquello que nos afecta, aumentando o disminuyendo lo agradable y lo atractivo; sopesando la duración del deseo, y la estabilidad del objeto deseado. Por ello, se dirá: “En última instancia lo que amamos es nuestro deseo, no lo deseado”  . Y eso es suficiente para poder desentrañar la asfixia de lo mnémico en la “sociedad transparente” o “sociedad positiva” como es denominada por el filósofo Byung-Chul Han. Continuando con aquel camino desiderativo, apelamos al olvido de esa ilustración del control, el registro, y la aceleración; y de esta manera decimos: “Y así escribe también Nietzsche: “La nueva ilustración. […] No basta que veas en que ignorancia viven el hombre y el animal; debes también tener la voluntad de la ignorancia y aprenderla. Te es necesario  comprender que, sin esta suerte de ignorancia, la vida misma sería imposible, que es una condición merced a la cual  únicamente prospera y se conserva lo que vive” .  Esto nos demuestra que no basta el acero y la presión de la información (memoria) sino, la exasperante, pero vital intuición de todo (olvido). Entonces de alguna manera cabría una última pregunta, al respecto.  No será que el hombre envidia a las bestias, por más rebaño y digestiva certeza. Será que el espectáculo de esta sociedad se alimenta de tristezas y desengaños: “[…] “¿Por qué no me hablas de tu felicidad y no haces más que mirarme? Y  La bestia quisiese responder y decir: Porque olvido a cada instante lo que quiero responder” “  


Conclusiones.

        De una obligatoriedad sesgada por las ansiedades humanas con respecto a la felicidad, y por las implicancias de un imperativo sociocultural que nos ha afectado, como seres de una razón ante todo sintiente, y de las postrimerías de una modernidad que junto al apogeo de la razón y a su posterior descomposición; nos ha presentado el recorrido más sinuoso hacia la postmodernidad; con lo que ello implica: desaparición del sujeto, la trivialidad de los valores, la relatividad moral. Todo ello, siempre bajo la estela política del hombre contemporáneo. Sin menos cabo de todos los tópicos Nietzscheanos, ya sean éstos: el eterno retorno, el Superhombre, y la Voluntad de poder. Para ser más exactos, comenzaremos por su llamado irracionalismo, cuyo ejemplo está dado en aquellas eliminaciones con respecto a la repugnancia hacia todo lo intelectual, es decir, un ocaso de los ídolos.  Otro aspecto no menor es aquel que nos remite a la voluntad de poder, que justamente nos traerá aparejado aquella voluntad de vida, de deseo supremo por poder vencer a todo ideal moral. No es curioso que se hable de una virtud del egoísmo, cuando se desprecia al altruismo moral, dado que, uno es sólo bueno, si renunciase a su propia vida para vivir para los demás. Hasta llegar a ese superhombre, capaz de determinar sus propios valores, tales como, la fortaleza, la determinación, la pasión desde su deseo y hasta el apogeo de su memoria, y la tan curiosa crueldad con que el hombre martilla, destruye y vuelve a construir desde el olvido.  Ahora bien, Mucho se ha disertado al respecto, y amerita conceptualizar aquella naturalidad de lo deseado; cuando se profiere que los artistas son arquitectos de sus deseos. Y ello no es tan poca cosa, porque ese motor, desidium es capaz de enlazar una cuadriga, cuyo carro está tirado por cuatros caballos, estos son: Devenir, Deseo, Arte y Vida. Ahora bien, por último, cabe recordar que la felicidad del “hombre fuerte”, consiste en considerar la vida como un juego, una comedia y un arte de la risa.  Para finalizar habremos de considerar que no se puede hacer alusión a la obligatoriedad de la felicidad, sino más bien llegar a la conclusión de esos últimos hombres en Así Hablo Zaratustra, cuando el mismo Nietzsche nos dice que en definitiva la felicidad ha sido inventada por los hombres, dado que, mienten, pero sin jactancia y sin llegar a ser un espíritu libre. Por ello, desde el centro más urticante, decimos que: la felicidad surge de las leyes propias del individuo, capaz de crearse a sí mismo, de reinventarse ante todos aquellos eternos retornos. Y que no existe deseo que no sea capaz de aumentar la fuerza vital que hay en todos nosotros y que es efectiva cuando se experimenta como aquella lucha contra ese mundo por llegar a ser uno mismo. 



Referencias Bibliográficas.


- Castro, Ana de Cabanillas, Temas de Filosofía: Diferencia entre el Imperativo Categórico e Hipotético en Kant, Córdoba, HE, 1996.


- Elíade, Mircea. El mito del eterno retorno. Arquetipos y repetición (trad. de  Ricardo Anaya). Emecé editores. Buenos Aires, 2001

  -    Macintyre, Alasdair, Tras la Virtud: ¿Nietzsche o Aristóteles?, Barcelona, Crítica, 2004.

- Nietzsche, Friedrich, Segunda Intempestiva: De la Utilidad y de los Inconvenientes de los estudios Históricos para la Vida, Buenos Aires, Aguilar, 1949.

- Nietzsche, Friedrich, El Ocaso de los ídolos, Buenos Aires, Gárgola, 2014.

- Nietzsche, Friedrich, Humano, demasiado humano. Trad. Jaime Gonzáles, México, Editores Mexicanos Unidos, 1986.


- Nietzsche, Friedrich. El nihilismo: Escritos póstumos. Barcelona, Península. 2002

- Nietzsche, Friedrich, Más allá del bien y del mal, Madrid, Edimat Libros, 2012.

- Nietzsche,Friedrich, La Voluntad de Poder, Obras Completas, Buenos Aires, Aguilar 1947.

- Nietzsche, Friedrich. Así habló Zaratustra. Madrid, Alianza. 1996.



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Maximiliano Húnicken Segura, Argentina, 1978.

Licenciado en Filosofía. Estudió Nietzsche y Filosofía del Lenguaje y del arte en Universidad Católica Argentina (UCA). Profesor de filosofía. 
Artista plástico no convencional. Dibujante en paint mouse.
Poemas y Ensayos suyos se publican en las redes sociales.

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