Luz Dary Torres Peña
Es un llanto que viene desde dentro y sale en forma de canción
La Negra Petra (Colombia)
Bienvenida Luz Dary Torres a EL CLAROSCURO
***
Mi antología
Caída de luz
Desde niña tuve miedo a caer
caer de la cama, de un árbol
caer a la fuente
caer desde el caballo
caer desde el techo, del columpio
temor a caer desde la fuerza de gravedad
cuando fijaba mis ojos en las nubes.
El miedo luego se hizo pavor, espanto, pánico
terror a caer por las escaleras
caer desde los edificios
temor a caer desde mi infancia.
Con el miedo al vacío me agarré de las barandas
de las cuerdas, de las ramas
con el miedo al abismo me cogí de las tejas
de otras voces, de otra sangre, de otras manos, de sonidos
hasta que un día decidí romper los hilos, los tallos, las briquetas, los signos, las palabras
y ascendí para caer sin agarrarme
grávida espesura humana que rompe su cadera, sus brazos, su cabeza, su amor su
paradigma
y se unta de barro para dejar al aire la luz crepuscular sobre la herida.
Me atreví a caer entonces desde la hoja hasta el suelo
desde el puente hasta las gotas que se hacen sobre el río, oscura espuma
caer desde la cuerda hasta la arcilla marcada por los pasos
caer desde la cúpula clerical hasta el lodo.
Caer
Honrar el desplome, el derrumbe, el desliz
Caer
Caer para liberar lo más profundo de mí misma
Y hallar en la promesa de lo oscuro y profundo
la radiante certeza de la luz.
El tambor
La palabra es un tambor.
Alguien estira la piel
del animal hecho
superficie sonora
alguien extiende su muerte
palabra hecha promesa
palabra piel de la que nace luz o sombra.
Alguien estira la piel;
el fragmento minúsculo de aquella que corrió por la pradera
pareciera existir la música tan solo para el ojo
alguien estira la dolorosa danza de la cabra
de ella, que corrió por montes apretados hacia sí misma
en medio de los cactus
Alguien estira la piel, la palabra, la danza, el salto reencarnado
un salto que es un pájaro, una estrella, una lágrima
un viaje de llaves, un naufragio.
Alguien alarga sus brazos para golpear el tambor que ya está roto;
un tambor que se rasga dejando libres las manos y el silencio.
Hombre Árbol
Hombre árbol
con la misma lentitud
con las que mis manos aprendieron los primeros trazos
voy jugueteando por tu suelo.
Poco a poco y lentamente
voy ascendiendo por tu tallo
grueso vegetal por donde transita la vida en forma de savia
callada simiente del carnoso fruto.
Para ascender
juego
y hago rituales con el cuerpo
busco hallar en ti el recodo perfecto
para sentarme
y entonar mi canto
junto al nido.
***
Todas las lunas
A mi luna
Poema a mi madre
De todas las lunas que orbitan el universo una sola estuvo conmigo siempre.
Ella, sin luz propia, iluminó mis noches.
Sólo una caminó a mi lado,
sólo una orbitó mi infancia por donde corrieron la vida, los días y la sangre,
sólo una luna iluminó mi caballo despojado de todas las monturas,
liberado de todos los estribos y todas las verdades
-bajo su ancho vientre, en las herraduras,
todos los secretos de los caminos cruzados-
Sólo una brilló para el columpio solo,
el puente solo
y el árbol pletórico y sagrado.
Sólo una luna,
la misma que iluminó el viaje de barqueras salidas a destiempo,
barqueras llenas de furia, otras llenas de amor y otras llenas de fuego;
las otras lunas estaban lejos
en Urano o en Saturno, por decir algo,
qué sabían ellas de la tierra y sus reflejos;
qué sabían de mi luna,
alabastrina, que había visto tantos cofres
encerrando los cuerpos,
castigos,
danzas al ritmo de las lágrimas.
Pero no era la luna la que caminaba conmigo,
la que caminaba era yo, era yo con mis ganas de escape,
con las ganas de llevármela a ella con su luz prestada, como una cometa por el aire,
para que no me doliera tanto la penumbra,
para tener su tibia voz como estandarte.
Tal vez yo soy también esa luna que me ve todas las noches
sobre una almohada crecida en plumas o alfileres
y me hace decir noche-luna, luna-noche, duérmete a mi lado
para que algunos hombres no te tengan
y no presuman sus corazones oscuros,
más oscuros que los alfiles y los dados
para que no presuman cartas y monedas en casinos con olor de futuro envenenado.
Tal vez otras mujeres son también lunas
satélites que conocen su órbita y al astro del que beben su luz
hasta hacerla suya, propia,
lunas que no se leen en fragmento de roca de planetas lejanos,
lunas que me hacen mirar hacia dentro y me hacen replicar rayo;
tal vez las mujeres eran lunas que en las noches escapaban, lloraban y se redimían
se limpiaban el rostro, brindaban y saltaban alambrados.
Nací bajo una luna a las tres de la mañana. Busqué con esa luna, las hojas muertas, y con
la carne y el alma a la intemperie, seducir al amado. Ahí estábamos, ahí estamos, las otras
lunas y yo, ahí estábamos todas, frías, cansadas, vencedoras,
logrando entre todas parir de nuevo el fuego a través de las manos;
Algunas lunas se marcharon de sus noches, otras se quedaron bebiendo luz de sus soles
inclementes, se quedaron, satélites fragmentados que no quisieron ser espejos,
(no tenían por qué serlo)
Satélites con ojos asustados de vernos ir, a nosotras sobre el mar, brindando,
abandonando la luz prestada y encendiendo nuestra propia lumbre
para honrar con relámpagos nuestro brindis por nuestras primeras victorias.
Frida
A Frida Kahlo
Tengo mi infancia de orquídeas y de musgos
como en tu charola de amapolas
cielo de rayuela que salva el corazón rupturando su cadera.
Llevo en mis costillas tu espíritu de lumbre, tu trazo oscuro.
Te llevo en mí, tú que llevas en tu nombre el aroma de mi río
Magdalena Carmen-Carmen Magdalena
hoja de luz, al azar, convaleciente.
A cambio de tu suerte fui madre,
bendición para mis lunas de agua salobre,
aliento que distrae el aroma de rebozos
Colonna-tequila-corazón velero.
Alfonsina envidiaría tu coraje
la fuerza para soportar al gran Diego, casita azul, por debajo de tus cuadros;
ojalá te nacieran espejos
para ver la cama donde hierves como una dalia herida,
un espejo para ver tu tocado de flores
para recoger tu aroma de azucenas
y tomar tu trazo triste y volverlo canción,
tú, que eres puro olvido de epitafio en la tela vacía,
una tela donde renacías en forma de fruta, de viento o de sol.
Frida, Frida que se fuga con un clavo en la frente
y se va a la cantina, Frida llorona con una punzada en la lágrima.
Frida descosida,
dejaste una hebra por fuera de la tela donde nos enredamos todas,
destejida que volabas, que volaste, que voló.
Frida descosida, deshilvanada, nos dejaste la hebra
Para perseguir tu canto, tu semilla y tu cielo de carbón.
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