Arturo Hernández González

 

El hombre ha muerto 

Michael Foucault


Vamos sepultando nuestro tiempo 

en este mundo:

las horas nones,

las horas pares

una por una nuestra colección de ausencias 

Sergio Antonio Chiappe 


Bienvenido Arturo Hernández a EL CLAROSCURO

Un gusto compartir tu voz. 




Arturo Hernández González.  Bogotá. Escritor, docente y traductor colombiano. Su obra ha sido ampliamente traducida, premiada e incorporada en publicaciones de algunos de los más importantes medios hispanoamericanos y europeos. Es autor de obras como Olor a Muerte (2011) y el poemario ilustrado Breviario de lo Incierto (2017). Dirige desde hace una década la Revista internacional de cultura y artes Noche Laberinto. 


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Una palabra 


Con la frente en el abismo sin saberlo

María Mercedes Carranza 

Una palabra te llevó

más allá del extravío.

Sólo el silencio te ha devuelto

al dulce dolor de tu presencia. 

Una inútil palabra que podría,

como óxido de sílaba desnuda

como canto inexorable de la nada 

como ahorro inexhausto de la vida

como tristeza malcriada y derruida 

saber mejor que tú que no alcanza 

el ruido de las letras solamente

para hacer del paraíso El Paraíso, 

porque para el Poema somos poco 

más que una embarcación de hueso.




Y nadie ha comprendido 


Los árboles mueren en pie

sobre su sombra, 


y en un silente olvido

la palabra que no dicen


por respeto a los muertos

que a sus raíces lloran.



Genealogía de lo inmotivado 


Se llama perfección simple aquella cuya existencia

en cualquier ser es mejor que su no existencia 

Duns Scoto


En qué lecho oxidado habrá de morir mi padre
cuando ya viejo; abandonadas las manos al azar
-cansadas de torcer las tercas ubres de la soledad,
sin conseguir a cambio ni una sola gota de dulzura-,
tirite ante la inclemencia de los temporales del sur...

Yo no podré darle cobijo bajo mi techo
porque se fue rabiando una tarde de ecos infantiles 
y mis tres años le escondían el ocaso de la libertad
y todo ante mi inocencia era condenación gratuita.

¿En qué catre herrumbroso de días, frío y salvaje,
habrá de abandonar la sien palpitante mi viejo?
Todo cuanto hay en mí ajeno a mí es suyo como dios
y yo quisiera poder hacerme tarde en su naturaleza negada,
en lo más remoto del origen de mis tristes días inconscientes.

No le cubriré la boca cuando tosa sobre el pasado, 
cuando se derrame en llantos acumulados sin treguas.
Estaré acaso, en medio de mi propia vida, negándolo sin voz
abriéndome hocicos de sangre en los brazos mudos.

¿En qué castillo de oropel guardará su rostro con vergüenza
el autor irresponsable de mis días cuando le llegue la hora? 
Me abstengo rabiosamente de cualquier verso sobre él
o sobre su tregua de lechos oxidados, sobre su catre frío.

Me contento, sí, como un mendigo con el pan
al saber que la forma del destino es cualquier cosa 
y que mi duro corazón es un golpe más de dados. 



Huésped

Yo no sé de pájaros, no conozco la historia del fuego.
Pero creo que mi soledad debería tener alas

Alejandra Pizarnik

La luz inexpugnable que habita mis infiernos 
late mansamente como un sigilo entre las cosas. 

Envejezco a esta luz sin tiempo en las palabras, 
pues la marcha paralela de sus voces
es como vivir a la deriva entre mi persona y otras. 

La luz inexpugnable que habita mis deseos 
arde neciamente como un significado entre las cosas. 



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