Splendida Nayibe Elena

 

Escribo 

a lo que ya no está

en un anhelo imposible 

por regresarlo.

Luis Camilo Dorado Ramírez


Las amarguras serían pasajeras

si en lugar del corazón

fuera otro órgano menos quejumbroso 

el depositario de las desventuras

Sergio Antonio Chiappe Riaño 


Bienvenida Splendida a EL CLAROSCURO 
Gracias por aceptar mi invitación 




Bogotana, nacida el 23 de marzo de 1972, es profesional en bacteriología egresada en el año 1994 de la Universidad Colegio Mayor de Cundinamarca.

Ha adelantado estudios de aproximación a la lengua Muysca o Muysc cubun, y como caminante del territorio participa en actividades relacionadas con la recuperación de la memoria ancestral.

Con su alter ego de Splendida reúne las voces de varios personajes, algunos de los cuales se pueden apreciar en los tres poemarios de su autoría publicados hasta este momento: De poetas y otros demonios, Vientos libertarios y Devocional.

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Unos poemas más… o menos

Las manos caminan hacia el holocausto de los grafemas.
Sus dedos, verdugos carnosos, 
afilan sus uñas, 
rasgan el papel, 
y se enraízan entre las líneas garabateadas y el cerebro del poeta.

Las sílabas arrastran sus vientres con ventosas
por el ojo inquisidor de la cerradura del saber
hacia los iris atentos a la admiración o a la crítica. 
Se manifiestan solas o acompañadas
en las marañas de las ideas grandilocuentes 
reducidas a versos cansados,
en espera por ser fusilados en algún poemario   vintage.



Escarcha de versos

El frío estremece los huesos, tirita muerte,
en tanto el alma resplandece del calor vitalicio.

La lluvia invita al silencio monacal,
refugio imperturbable de pensamientos dentro del caos,
donde los recuerdos desisten de sobrevivir
y se arrojan por el abismo de la amnesia.

El espíritu retoma su aliento
de las ilusiones expiradas por el hálito del universo,
cuando el poeta se entrega al escribir.

Urge plasmar todo en un papel,
desempolvar la lengua con versos
y sosegar al cuerpo ansioso.



Empuñemos las palabras 

Las paradojas crecen disonantes
sobre asfalto pisoteado por sus propias sombras,
hasta alcanzar el cenit de nubes grises
donde se cosechan los inciertos.

El hambre enardece ánimos;
termina por ser costumbre ese ayuno,
poder cebado de quienes desnutren pueblos.

Se petrifican armas oxidadas,
cansadas de sangrar odio
habitan en la memoria de los sobrevivientes; 
las pulveriza una amnesia forzada,
que convierte cada dolor de muerte en un mismo polvo,
materia prima de lo existente,
alimento para generaciones nonatas.

En acto de rebeldía perenne,
uniformados del arcoíris empuñan letras,
sus voces engendran cantos y poemas,
traducen creación y caos,
antecesores del orden.

El artista nutre utopías,
no es bipartidista, 
mezcla azul y rojo, 
combina palabras y gramática,
afina cuerdas vocales.



Análogo
 
Se pierde el afán de correr tras los sueños 
en la fosa común de los afanes sepultados, 
cuando los segundos, desterrados del reloj de la vida,
vuelan como confeti entre las hojas otoñales.
 
Los arreboles eternos suspiran, 
y difuminados entre los sollozos de los corazones y el blanco de la espuma del mar, 
muestran sus risas telúricas.
Espectáculo luminoso que no sabe de tiempo o espacio,
ni de apariencias o invidentes, 
ni de guerras o amnistías, 
ni de amor u odio,
ni de destrucciones o comienzos planetarios… 
solo fluye.



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