Morir es un país que amabas. Yo vengo
Pero eternamente por tus sombríos caminos.
Yves Bonnefoy
El pasado sábado 3 de agosto en horas de la tarde la Biblioteca Pública Manuel Zapata Olivella -El Tintal- abrió generosamente sus puertas para que allí nos diéramos cita ocho poetas de la antología MORIR ES UN PAÍS QUE AMABAS -POESÍA Y MEMORIA POR NUESTROS LÍDERES Y LIDERESAS SOCIALES- Libro editado y publicado por las editoriales Escarabajo Editorial y Abisinía Editorial.
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Cuando recibí mi libro y tuve la oportunidad de hacerlo, lo leí con la disposición y dedicación que este enorme trabajo merece y exige. Morir es un país que amabas es un libro absolutamente conmovedor, de profunda belleza y emotividad. A pesar de que se transita por el dolor, el vacío, la pérdida, y la muerte en su forma más cruel y absurda: El asesinato -arrasar con la vida de un ser humano-; en este caso las vidas de 413 líderes y lideresas sociales de nuestro país.
Este libro representa la vida, la memoria y la esperanza.
Son sus 978 páginas un canto conjunto, una sola voz con sus muchas vertientes honrando a estos hombres y mujeres cuyas vidas fueron cegadas por creer y crear sueños, por defender la dignidad de los pueblos, por no callarse y no quedarse quietos. A estos hombres y mujeres los asesinó la mano sombría que oprime esta patria llamada Colombia.
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Morir es un país que amabas debe llegar a todas partes, deben escucharlo y leerlo muchas personas. Este libro debe hacernos cambiar en lo personal y en lo colectivo. Por eso me aventuré a organizar una lectura. Se dio la oportunidad de hacerla en la Biblioteca Manuel Zapata Olivella, comencé a contactar a varios poetas que conozco, admiro y respeto y ellos sin pensarlo dos veces aceptaron acompañarme en la actividad que pensaba llevar a cabo.
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El recital en sí fue un acto bellísimo, compartimos la lectura de 16 poemas, cada uno de nosotros leyó el poema que dedicó a su líder o lideresa y leyó el poema de otro poeta para de esta manera honrar 16 vidas arrebatadas por el miedo y la violencia.
Además de las lecturas conversamos sobre el libro: Qué lo generó, el proceso de consolidación, las motivaciones que lo estructuraron. Leímos apartes de los prólogos escritos por los editores y curadores del libro, Stefhany Rojas Wagner y Eduardo Bechara Navratilova y escuchamos atentamente al público que nos acompañó y que se permitió sentir cada poema conectándose con el alma del libro.
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Ya llegando al final de esta reseña quiero agradecer a la Biblioteca Manuel Zapata Olivella-El Tintal- por brindarnos el espacio físico donde reunirnos y por considerar que Morir es un país que amabas es un libro indispensable para sentir las entrañas de Colombia. Un libro que llama a la solidaridad y a no quedarnos indiferentes ante el dolor y la tragedia.
Agradezco profundamente a los queridos poetas con quien tuve el gusto y el honor de estar acompañado. Gracias Yirama Castaño Güiza, Angelita Acero, Sandra Uribe Pérez, Mónica Lucía Suárez, Diana Carolina González, Alejandro Cortes González y Andrés Borrero Parra. Gracias a todos por su presencia.
Y por supuesto agradezco al público que estuvo presente en el auditorio de la biblioteca por dedicarnos su tiempo y su atención.
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MORIR ES UN PAÍS QUE AMABAS
RECITAL POR LA MEMORIA, LA ESPERANZA Y LA VIDA
271. Marco Rivadeneira
19 de marzo de 2020
Puerto Asís, Putumayo
MARCO RIVADENEIRA CONTINÚA
PREGUNTANDO
A la memoria de Marco Rivadeneira
¿Cómo habrá terminado la reunión de campesinos?
¿Quién será el siguiente?
¿Cuándo vendrán a hacer el levantamiento?
¿Ya pasaron cuatro o cinco días?
Y el cuerpo descomponiéndose en preguntas.
¿Qué harán con las denuncias de amenazas?
¿Ya habrán dado mensajes de condolencias?
¿Quiénes están pintando la fachada de la casa?
¿Quiénes nos mandaron al sótano de las atrocidades?
Y el cuerpo descomponiéndose en preguntas.
¿Arrancar cultivos para sembrar minas?
¿Por qué huelen a moho los expedientes?
¿Es un chulo el que picotea mi pierna?
¿Cuándo vendrán a sepultarme?
Y el cuerpo descomponiéndose en preguntas.
ALEJANDRO CORTÉS GONZÁLEZ
Bogotá, D.C, 1977/ Reside en Bogotá, D.C.

266. Albeiro Silva Mosquera
16 de febrero de 2020
Miranda, Cauca
PYAJC*
Para Albeiro y Luis Hugo Silva Mosquera,
asesinados un domingo a las 8:30 pm
I
Esta noche hay un presagio de viento
y llega hasta el resguardo
de una tierra olvidada
Bajan dos hilos de sangre hacia el río Cauca
Hilos del tiempo
recuerdos
Hilos que tejen familia
El domingo
las ráfagas se confunden con los truenos
-con los gritos-
Dos hilos de sangre y memoria
bajan del pecho hacia el suelo
de una tierra ancestral
Hilos de una misma raza
sueños
Hilos que tejen familia
La tierra originaria danza los domingos
Se nombra resistencia, se dice: resistencia
Allá en La Morena
dos hilos de sangre y voz declaran vida
Bajan de la garganta al pueblo
de todos y ninguno
Hilos de la guardia que canta
Hilos que tejen familia
II
Nacimos del mismo útero
Y de la misma tierra
hermano
Nuestra madre La Cilia
Nos convoca a seguir cantando
Dentro de su vientre
cada domingo
Corrimos desde niños
hacia el río que hoy nos refleja
hermano
Las ánimas nos proclaman
para ser raíces sembradas
en el campo del Cauca
El mismo día
A la misma hora
La noche del domingo
El tiempo ya no existe
hermano
*Pyajc: Hermano con hermano, en lengua Nasa
MÓNICA LUCÍA SUÁREZ BELTRÁN
Bogotá, D.C,. 1975/Reside en Bogotá, D.C.
259. Anuar Rojas Isamará
8 de enero de 2020
Nuquí, Chocó
Poema para Anuar Rojas Isamará
Asesinado el 8 de enero del año 2020
TUS PIES, ---Hermano---
Tus pies y tus huellas eran libres
así como libre fue el canto de tus manos,
trabajaste la tierra,
abrazaste el mundo,
te aprendiste de memoria
los caminos de la selva tupida,
del desierto incierto,
junto a la lluvia engendraste
para tus hijos
el sagrado alimento.
Tus ojos---Hermano---
Tus ojos y tu vida eran libres
así como libre fue el cielo sobre tu alma
tuviste la fuerza,
cobijaste a tu raza,
te apropiaste del manto amable
la sonrisa sincera
la honestidad y la entrega,
mereciste toda la calma
con la que convidaste
sin reparo tu corazón.
La fuerza de tu voz--Hermano--
supo alzarse al cielo
como el rezo más puro
como el arma más sana
como el deseo más profundo.
Pero fue en un enero sin tiempo,
que en este país de infelices
se hizo de tu muerte una barbarie
y la tristeza lloró por tu agonía
y el miedo se instaló a las malas
en los ojos de tus hijos,
en la puerta de tu pueblo,
en la caricia de tu dios.
Hoy las huellas no son de tus pies
hoy tus ojos no ríen de vida
hoy la tierra no quiere asomarse
ni en la selva tupida
ni en el desierto incierto
ni en la lluvia protectora.
Sólo tu nombre,--Hermano--
En un silencio profundo
que colma el hermoso paisaje
vestido de luto
que en el ruego sordo
pide que no lo abandonen,
a la suerte del asesino.
Ahora la luna atisba
una muda tormenta
que sigue escondiendo el llanto
porque en este país del miedo
la vida aprende a caminar
a escondidas
mientras lo único que queremos
es volver a ser libres
y que tu ejemplo,--Hermano--
logre remediar tanto llanto
el de nosotros,
el de tus hijos
el de tus amigos
el de tus compañeros
el de esta indolente patria.
Paz y libertad para tu alma.
ÁNGELA ACERO RODRÍGUEZ
Bogotá, D.C, 1981/Reside en Bogotá, D.C.
216. Enrique Güejia Meza
4 de agosto de 2019
Toribío, Cauca
THE WALA
A Enrique Güejia Meza,
Médico tradicional y alguacil del Cabildo Indígena de Tacueyó
(Uno de los 294 líderes sociales asesinados desde el inicio
de la implementación de los acuerdos de Paz)
Domingo 4 de agosto de 2019, 5:30 am
Toribío, Cauca
Soy Wala y hablo la lengua Nasa Yuwe. Este que ves al lado mío, junto al cuerpo que se desangra, es mi bastón de mando. Muerto fui, un domingo al empezar agosto y anunciarse el día cuatro con el aleteo del mensajero del sol. Lo vi la tarde anterior al salir de la aldea de la luz, donde está mi casa. Imaginé que traía flores en su pico y que a la vereda la invadían los lores de los leños y la comida hirviendo. Creí que vendría con la suerte y la alegría de la minga en ese vuelo.
Fue un instante, pero bastó para alejar el extraño frío que se metía en mis pies desde el subsuelo, paralizando mis dedos. Esa tarde soñé con bailes. En el ocaso, señalé el lugar de las tres piedras. Aquí, la mujer, el agua y la luna; allá, los hombres; y, en la esquina, los niños, los nietos del trueno, y el territorio del gran pueblo. Le di gracias al abuelo fuego y le dije adiós a la Tulpa.
Lo presentí en mayo, cuando las garzas comenzaron a caer de los árboles por el veneno y desconocidos llevaban la madera, después de la tala, cerca al cementerio. También fueron victimas de la ponzoña los ratones, las abejas, las arañas y las palomas. Alguien no quería desecho en esas tumbas.
Antes de salir, en el sereno de la madrugada, revisé las plantas amargas y corté algunas dulces. Intercalé en la huerta, las bravas con las frías y las calientes. Les pedí a todos no molestar al duende, caminar sin hacer ruido por los bosques y recoger muchas hierbas alegres. Ir al páramo por la yacuma y el apio.
Muerto fui esa mañana, a la salida del sol, cuando saludaba al viento. El pájaro Píhua cantó al lado derecho. Alcancé a escuchar un sonido infinito y seco y como entraban en mi cuerpo los destellos. Tengo en mi bolsillo las cáscaras de canelo que bajé de la montaña.
Ahora camino rumbo a los páramos donde viven los ancestros. Me muevo entre la niebla y los valles estrechos. Equilibro los espíritus. Busco la armonía. Soy Wala y este es mi bastón de mando. Me hablan las plantas y las hierbas. Llovió la noche de mi muerte. Y yo me sentí hijo del agua.
YIRAMA CASTAÑO GÜIZA
Socorro, Santander, 1964/ Reside en Bogotá, D.C.
212. Emilio Vitucay
28 de julio de 2019
Bagadó, Chocó
AGUA HERIDA
A Emilio Vitucay,
líder indígena de Bagadó, Chocó,
asesinado el 28 de julio de 2019
Voy hasta las entrañas de tu muerte,
Emilio Vitucay,
navego por los ríos infectados con mercurio
que defendiste hasta el cansancio de los huesos y la sangre,
cruzo los baldíos de Bagadó entre las casas derruidas
por culpa del abandono y el miedo,
y escucho el goteo interminable
de la noche líquida
entre los techos fabricados con retazos de zinc
de este mínimo pueblito que también se oxida
recostado con sigilo sobre el río Andágueda.
Hasta aquí tuve que venir a preguntar por ti,
Emilio Vitucay.
Hasta aquí tuve que venir a deshojarme,
a caminar con la mirada desnuda
entre el terreno fangoso
que antes era el paraíso que resguardabas.
Desde esta canoa del dolor,
desde el nudo imposible en la garganta
observo la niebla sobre el agua herida
y es tu mismo rostro extraviado el que se oculta
entre las ondas y el movimiento de los remos.
Sé que te expulsaron de tus tierras
igual que a los demás del pueblo Embera Katío,
sé que muchos huyeron por el horror de las persecuciones
y que cargan todavía con el peso de las amenazas,
si es que aún no fueron masacrados o desmembrados,
si es que aún no han desaparecido entre los matorrales.
Me niego a nombrar tanta ignominia.
Cuánta fragilidad en la mirada de los niños,
en el hacinamiento de las familias,
en las piernas entumecidas,
en la leña esparcida entre los escombros.
Cuántos interrogantes sin respuesta
que transitan descalzos sobre el silencio
llevando a cuestas algunos bultos y canastos de mimbre.
Sé que el brillo turbio del oro tiene la culpa
y que su reflejo anida en el metal de los fusiles,
en la ambición de quienes fabrican tumbas y lamentos.
Ahora que al aire le falta tu respiración,
¿quién en Conondo, en Aguasal, en el Resguardo de Tahamí
peleará en tu lugar para evitar la desaparición forzada
del agua?
SANDRA URIBE PÉREZ
Bogotá, D.C, 1972/Reside en Bogotá, D.C.
84. James Luis Jiménez Estrada
20 de abril de 2018
Santa Rosa de San Pedro de Urabá
EL GRITO DE LAS HORMIGAS
A James Luis Jiménez Estrada
y las víctimas de falsos positivos en Colombia
El niño vertió alcohol dentro del hormiguero
dejó caer un fósforo
corrimos
Con el ardor en las cabezas
gritamos
Nos llamamos con el gesto de los ojos
en un clamor sordo
pasamos lista
Calculamos pérdidas en un parpadeo
pero la cuenta también se perdió:
el niño hizo pasar luz por una lupa
llenó de sol las bocas
Así torturó a James
cargaba ramas
reconstruía el hormiguero
su ruego exigía
nuestro retorno a casa
La lupa encendió más bocas
Entonces
emprendimos un éxodo de lágrimas
huimos bajo cascajo seco
-refugio en el bostezo del silencio-
Parapetadas
contra las cortezas de los árboles
nos escondimos de la lupa
Perdimos por el camino a más de 6000
una pisada las estampó contra el asfalto
la bota siguió su paso
Sólo me quedó
recolectar el suspiro de las hojas
que arrastran las sílabas huérfanas
DIANA CAROLINA GONZÁLEZ ESCOBAR
Bogotá, D.C, 1982/ Reside en Bogotá, D.C.
55. Miguel Pérez
22 de octubre de 2017
Tarazá, Antioquia
UN DOMINGO
Dedicado al líder social Miguel Pérez
quien impulsaba la sustitución de cultivos en Antioquia.
Fue asesinado el 22 de octubre del 2017 en Tarazá,
Bajo Cauca antioqueño.
En los tiempos sombríos, ¿se cantará también?
También se cantará sobre los tiempos sombríos.
BERTOLT BRECHT
A esta tierra no le caben más
gusanos en el lomo
--seguimos sepultando
nuestras siemprevivas--
Miguel recibió la muerte un domingo
--el domingo es un hilo de agua entre las piedras--
El asesino llegó hasta su casa pobre y humilde
--las casas de los pobres y de los humildes
son polvo entre las manos--
En los pastizales de La Unión vieron caer su cuerpo
--la muerte desova gritos en los surcos--
Una anciana se cose los labios
--intentando retener en las entrañas el nombre de su hijo--
Miguel salió a pasear de la mano con la muerte
--ella es mansa como un perro viejo--
Al alma no le caben más cardúmenes de culpas
--los ríos de esta tierra callan
sin sus voces--
Los humildes marchan a la intemperie
--sin zapatos bajan
hacia los socavones--
Un día cualquiera
es un día bajo la lluvia
---pájaros tristes recogen el vuelo
como los muertos sus pasos--
SERGIO ANTONIO CHIAPPE
Bogotá, D.C., 1972/Reside en Neiva, Huila
5. Nataly Salas Ruíz
3 de diciembre de 2016
Montería, Córdoba
A ORILLAS DEL RÍO SINÚ
Quizá Dios nos moldeó con este barro que bordea el Sinú
quizá es un hombre que viola y mira para otro lado;
recorre esta tierra de sol que oxidó tu rostro.
Cuerpo, madre y grito se rasgaron con tu partida,
todos en tierra estaban oreando ropa,
echados en las hamacas esperando que cayera el día;
lo sabes, una gota de ron ahoga la pobreza.
¿Puede ser Dios cruel en su misericordia?
Alguien lo vio todo, pero el silencio de su lengua
era indescifrable a los jueces de la tierra,
que no conocen de la volatilidad del número
ni de la bruma del lenguaje.
Nataly Salas, saliste de casa contando tus pasos
y te encontraron con los párpados rígidos,
la garganta deshecha de gritos,
tu cuerpo supurando acacias.
Los buitres hacían un carrusel
a orillas de tus oraciones.
Los caimanes descansaban en el agua
y Dios se regocijaba en su hamaca
observando a las muchachas.
ANDRÉS FELIPE BORRERO PARRA
Bogotá, D.C., 1994/Reside en Bogotá, D.C.
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MORIR ES UN PAÍS QUE AMABAS
-POESÍA Y MEMORIA POR NUESTROS
LÍDERES Y LIDERESAS SOCIALES-
EDICIÓ & CURADURÍA
STEFHANY ROJAS WAGNER
EDUARDO BECHARA NAVRATILOVA
ABISINIA EDITORIAL
EDITORIAL ESCARABAJO
Bogotá, Colombia, 2024
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