Agustín Labrada Aguilera

 

Cuida que cuando regreses, 

desde el final de tu vida,

pueda mirarte a la cara

el niño que fuiste un día.

Eliseo Diego


Bienvenido Agustín Labrada a EL CLAROSCURO

Es un privilegio contar con tu presencia. 



Agustín Labrada (Holguín, Cuba, 1964). Vive en Cancún, México, y es autor de los poemarios La soledad se hizo relámpago, Viajero del asombro, La vasta lejanía, Saxofonenado y El tesoro en la mirada; la antología poética de la generación de los ochenta en Cuba Jugando a juegos prohibidos; los libros de periodismo Palabra de la frontera, Más se perdió en la guerra, Un paseo por el Paraíso, Seis caminos y Ellas están de paso; y los de ensayos Teje sus voces la memoria, y Padura y el Nuevo Periodismo.

En Cuba, dirigió la Sección Nacional de Literatura de la Asociación Hermanos Saíz; en México, la revista Río Hondo, el programa radiofónico Una puerta al mar y el Premio Internacional de Poesía Nicolás Guillén. En 2013, fue finalista en el Premio Herralde de Novela, Barcelona, España, y nombrado escritor latino en la Feria del Libro Hispano de Houston, Estados Unidos. En 2010, obtuvo el Premio de Creación Dante (México), en la categoría de ensayo, y en 2015 el Premio Internacional de Poesía de La Arena, Perú.


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¿Quién es Agustín Labrada?

Es un tipo que escribe narraciones y versos; que se ha ganado el pan en quehaceres culturales de promoción, periodismo y docencia; y vive en Cancún: una ciudad abiertamente cosmopolita, donde convergen el desarrollo turístico y la naturaleza salvaje. Ha publicado algunos libros de diversos géneros, sin pensar mucho en la crítica y en los lectores, pues cree que el fin primario de la escritura es el desahogo emocional, con un enfoque estético y, si lo escrito por él les gusta a otras personas, le da bienvenida a esa comunión en la palabra.


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¿Qué es la poesía?

En un sentido angosto, es una alianza de inteligencia y emoción que se enuncia, fundamentalmente, mediante versos cuyo lenguaje contiene metáforas y hay musicalidad en la medida, aunque lo poético puede aparecer también en la prosa y en otras manifestaciones artísticas, como la música, la pintura, el cine… Igualmente está en la mirada con que sublimamos el entorno, los universos interiores, la historia y el pasado. A veces es reflexiva, en otras ocasiones celebratoria o punzante, pero, si está bien hecha, siempre conmueve.


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¿Para qué sirve la poesía?

Para demostrar que las sociedades no pueden mantener el control del quehacer humano, con políticas y tecnologías, porque el arte no se deja gobernar y sale a flote desde ámbitos oscuros o abstractos, como la imaginación, con su crítica, su belleza, sus sentimientos evidentes o tamizados, y como testimonio lírico del paso del hombre sobre la Tierra. Sirve para muchos fines: enamorar, influir subliminalmente en la gente, traducir la realidad en códigos más elevados y espirituales, aprender del mundo y refugiarse en ella como en el mejor oasis.


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El tesoro en la mirada





El tesoro en la mirada” (Abra Canarias Cultural, Islas Canarias, noviembre 2021) es un libro que se fragmenta en cuatro sesiones divididas por caligramas que representan barcos. En la primera, a través de poemas rimados, se abarcan diversos temas signados por la fantasía; en la segunda, donde se usan tankas de origen japonés, se mezclan la familia y la música; la tercera, también en tankas, gira en torno a la casa, y, en la última, se narra, a través de estrofas tradicionales hispano-italianas, un viaje singular de marineros


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CON ESA BICICLETA,

tu amiga, este domingo,

viajará hasta los pinos

que bordean arenas.


Cruzará por el trigo

con espigas ardientes,

y el humo de cien trenes

curvado en el estío.


Desde la bicicleta,

verá como a una fiesta

los lirios sobre el lago.


Su ruta será un viaje

tejido en las postales,

un éxodo de pájaros.



LA CEIBA:

guardián de la llanura

entre el alba y la tarde.


La ceiba:

fantasma de la noche

ante los caminantes.




NUESTRA BARCA,
entre arenosas espinas
encallada,
lejos de todos los peces,
en la margen solitaria,
oye migrar mariposas
y su canto
va naciendo con la playa.

“Aquí no vienen los niños”,
piensa en silencio la barca
e imagina
para su cuerpo unas alas,
que la lleven a otros barcos
y al viaje: su eterna casa.





EL CUCHARÓN,
con que esparce la abuela
su rubia sopa,
trae a mi lengua música
y un gran sol al domingo.




HASTA LA NOCHE,
no volverán mis padres,
y se dibuja
–con humo en el traspatio–
un hondo laberinto.


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