Nikolay Rodríguez

 

Quiero ser poeta y me estoy esforzando en hacerme Vidente

Arthur Rimbaud


No me queda más 
que tomar aire, 
expirar y tomar la ruta 
que será tortuosa 
sin tu mano 
Eduardo González 


las uvas 
se derraman hondo,
carnosamente
Sergio Antonio Chiappe

Bienvenido Nikolay Rodríguez a EL CLAROSCURO 
Gracias por aceptar mi invitación 



Nikolay Rodríguez. Bogotá, mayo de 1993. Estudiante de Creación Literaria de la Universidad Central y de la Escuela de Literatura de Funza; cursó los talleres locales de Escrituras Creativas del año 2018-2019 en Bogotá dictados por IDARTES y Promoción de Lectura Fundalectura en 2019. Textos suyos han sido publicados en Veinte Voces Emergentes en 2023 (antología de poesía) y en Cartografías del silencio 2022 (antología de poesía de la Escuela de Litera- tura de Funza) Es cofundador del colectivo literario Quimera Azul. Capoeirista desde el 2006, actual- mente es coordinador de la sede en Colombia del Centro Cultural Axe Dende Capoeira bajo la supervisión de su maestro que vive en Paracatu-minas Gerais- Brasil. El fuego que somos es su primer poemario publicado con la editorial Piedra de toque.

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¿Quién es Nikolay Rodriguez?

Soy un residente de paso que transita por diversos senderos leyendo el mundo a la luz de la poesía, una persona que le gusta atrapar lo sublime y efímero de los instantes, me apasiono por las cosas simples de la vida, desnudar mi alma en las conversaciones, lecturas y poemas; soy un lector que gusta de perderse en las letras de Molano, Lemebel, Jattin, Kundera y demás autores que me permiten viajar y ser, soy un escritor que encuentra en ese proceso una forma de  resignificar el ahora recuperando la voz del niño, adolescente y adulto que antes no la tuvo,  amante del vino, la bohemia, de encender una vela para aquietar el alma, de mirar al otro y charlar en silencio, de habitar los recuerdos para perpetuar mi existencia conviviendo con los fantasmas, capoeirista desde hace 18 años. 

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¿Cómo fue tu primer contacto con la poesía?

Fue en un recital de poesía de mi profesora y poeta Paola Cadena en Casa de citas hace muchos años, luego de eso asistí a otro recitales con mi maestro de poética del lenguaje German Diego Castro con quien íbamos a los recitales del Gimnasio moderno y de una que otra librería que programaba estos eventos, luego en un 5 o 6 piso en unos eventos que programaba Mario Torres llamado punto de convergencia donde conocí la antología de poesía Las cinco letras del deseo que se convirtió en una ventana para romper silencios como me lo escribió en la dedicatoria uno de los antologadores Hernán Vargascarreño y este fue el punto de partida para aventurarme a darle forma a esos iniciales textos inocentes con sabor poético hablando de mí.

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¿Qué has encontrado en ella?

Una forma para rescatarme, para identificarme un punto de fuga en donde redireccionar eso que mi transito cotidiano se puede decir sir sin nombrar; también es una posibilidad para rescatar cosas no dichas para decir con libertad y seguridad lo que fui y soy para resignificar el ahora para darle voz a quien no la tuvo.

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¿De qué manera puede llevarse al aula la poesía de modo que los estudiantes (de la edad que sea) comiencen a apropiarse de ella?

Creo que lo primero es desaprender los métodos de enseñanza y cambiarlos por unos donde se permita la experiencia, abrirnos a las diversas formas de lectura, también desarrollando un proceso de sensibilización, como en todo arte, que permita aflorar los sentimientos para poder recrearlos por medio de las palabras; es cierto que la teoría hace parte pero para enseñar la poesía yo pienso que debe enseñarse la teoría sin nombrarla, que todo sea con base en la vivencia porque si el objetivo es sembrar la semilla a una pasión, hay que seducir para que el acercamiento se convierta en algo inicialmente desde la autonomía, luego un proceso de curiosidad para llegar a una necesidad en la cuál se deje un poco de si mismo y sirva como esa forma para lograr ser y hacer.


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EL FUEGO QUE SOMOS 

El amor es un acto de contemplación, 
de plena desnudez,
más que de cuerpos, 
es de almas. 

El amor se propaga como fuego




El fuego que somos 
Nikolay Rodríguez 
Editorial Piedra de Toque 
Bogotá, Colombia 
2023


Caraqueño 

Un cuerpo atrapado en residentes de paso
caricias etílicas y calcinantes.
La vida se torna necesidad 
después de la primera felación.
Luego llega la ausencia
los protocolos de rigor
miradas
una pola compartida en un bar de la ciudad.
Un negocio pactado con veinte mil pesos,
lo entrega al dolor.
Como todas las noches 
emigra de la dictadura de su patria.




Algo no se escucha en el cuarto 
de al lado 

Dios, te escribo para recordarte 
que antes de ti y tu hijo, 
otros ya sabían lo que era amarse 
los unos a los otros.
                                      Sin cadenas
                                                               salmos 
                                                                               ni alabanzas.
Se juraron amor 
tenían sexo en las noches.
Dime, ¿por qué no respetas mi intimidad?
¿Por qué te quedas viendo como mi carne, 
se rasga entre placer y dolor?
¿Qué dirían tus seguidores si supieran 
que cuando me deleito entre gemidos 
haces que llueva con tanta fuerza
que mi padre no alcanza a escuchar, 
las plegarias que lanzo a un hombre y no a ti?
Hombre de quién si aprendí
sobre la revolución altruista 
De la que tanto hablas.



Humilde pretensión
 
                                                                                                a Cristian

¿Quién te viera por un huequito 
develar todo eso que susurras a la espuma 
mientras cae por tu cabello?
Bañar esas viejas caricias 
bajar como el agua y surcar tus cabellos
llenarte de mí perfume corporal
espiar aquello que cantas y resuelve lo simple,
lo complicado de tus días.
Deslizarme por tu cuello 
hacerte estremecer
caer en tu espalda
reposar en tu pecho
viajar hasta tu sexo y tus redondas nalgas.
Acariciar tus piernas 
transitar por los canales que conducen
al río que baña tu vientre. 
Y allí, en el estuario
en el que bebo y sacio mi sed,
encontrar el sentido de la vida.



El fuego que somos 

Un hombre y otro hombre se enamoran 
bajo un techo sin luz y sin estrellas.
Virgilio López Lemus 

En las noches
cuando la vida se sienta más pesada
bastará recordar aquella tarde 
donde dos iguales se amaron.
Estamos condenados
a fingir ser extraños 
cuando las miradas se cruzan en los pasillos.
A tener miedo
a no poder gritar,
el fuego que somos.



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