Mariana Miranda

 

¿Quién pone el precio a los pies de la mujer

que perdió los zapatos entre el arroz

al querer huir con una semilla

y ahora danza en calles sin tierra?

               Mery Yolanda Sánchez


La palabra es un tambor.

Alguien estira la piel

del animal hecho

superficie sonora

alguien extiende su muerte

palabra hecha promesa

palabra piel de la que nace luz o sombra.

Luz Dary Torres

 


Mariana Miranda un gusto contar con tu presencia.

Bienvenida a EL CLAROSCURO 





Mariana Miranda (Rosario, 1966) es poeta y narradora, traductora de francés y psicóloga (U.N.R.1991).Hizo una maestría en Derechos Humanos (C.E.I., U.N.R.), otra en Salud Mental (Facultad de Trabajo Social, UN.E.R) y dos diplomaturas en Psicología Forense (Asociación Latinoamericana de Psicología Jurídica y Forense, Corte Suprema de Justicia de la Provincia de Santa Fe).Publicó tres libros de poesía, tres de cuentos y una novela. Colabora con varios medios periodísticos y culturales. Dicta talleres de escritura literaria. Fue publicada en Argentina, Francia, Colombia, España, Méjico y Cuba. Fue Premio Nicolás Guillén (San Telmo, Ed. Versibus), Premio Pablo Neruda (Embajada de Chile en Argentina), Premio Arcano (Cultura de la Nación), Premio Cuentistas Rosarinos (Universidad Nacional de Rosario), Premio en cuento y en poesía Ediciones de los Cuatro Vientos (San Telmo), Premio Ana María Matute (Ediciones Torremozas, Madrid) en cuento y mención finalista Premio Nacional de Poesía 2011 (Cultura de la Nación).


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¿Quién es Mariana Miranda? 

Soy poeta y narradora, además de psicóloga y traductora de francés. Nacida en Rosario, Argentina, en 1966 y criada y oriunda, a la vez, de Melincué, sur de la Provincia de Santa Fe. Empecé a escribir a los 8 años dividiendo un cuaderno, mitad con poesía, mitad con narrativa. Siempre supe, que iba a ser escritora. Amo leer, para mí los libros son como cajitas de música, un pasaporte hacia un universo maravilloso. Actualmente vivo en Rosario, Publiqué cuatro libros de poesía, tres de cuentos y una novela. Tengo varios premios nacionales e internacionales, tanto en poesía como en narrativa y colaboro con varios medios periodísticos y culturales. Siempre di taller literario. 


¿A dónde te ha llevado la poesía?

El primer libro que publiqué en 1995, “22 Canciones para armar y otros versos” fue traducido al francés y publicado en Francia por Ediciones Orfeo Negro. Fui premio Nicolás Guillén en San Telmo, Buenos Aires, en 1993, y Premio Pablo Neruda, en Buenos Aires también, en 1994, en un concurso organizado por la Embajada de Chile en la Argentina. Fui finalista del Premio Nacional de Poesía (entre 10 de todo el país) en el año 2011 con el libro “Bagualas para mi Tierra”, editado por la Universidad Nacional de Rosario, esto también en Buenos Aires, concurso del Ministerio de Cultura de la Nación. 

He conocido poetas absolutamente maravillosos y gente muy generosa y amorosa en este mundo. Es impresionante la diversidad y pluralidad de voces poéticas que se producen continuamente y no me canso de leer, escuchar, y admirar las voces de otros poetas. 


El poeta Fernando Vaschetto, me habló del libro “Tristeza”, me enseñó algunos poemas preciosos que hacen parte de este trabajo, ¿nos puede contar un poco de lo que allí hay, de cómo surge, de lo que esperas o no esperas que ocurra con él?

Parto de un epígrafe de Atahualpa Yupanqui que forma parte de una vidala titulada “Piedra y camino”, que dice “Traigo enredada en el alma/una tristeza” y a la vez de una cita de Louis Aragon y otra de Reynaldo Uribe. La de Aragón habla de escarbar entre las tumbas y la de Uribe dice que prostitución es cerrar los ojos. 

Me gustó el título Tristeza para el libro porque  cada uno de los poemas es un abrir los ojos, una imagen, una suerte de foto, de cosas que suceden o han sucedido en Argentina, sobre todo, y no nos gustan. Es un poco el escarbar entre las tumbas que menciona Aragón. Comparto y me gustó la frase de Atahualpa en el sentido de que la tristeza es un estado de ánimo que se enreda en el alma, no se saca así nomás de un día para el otro. El mensaje del libro es que cada una de las cosas que aparecen en los poemas son las que producen esa tristeza que llevamos enredada en el alma, sobre todo los argentinos. El libro fue escrito entre el 2020 y el 2022, y está editado por Alción en el 2023. 

Aclaro que siempre hice poesía social, que es un tipo de poesía específico, crítico y contestatario de las problemáticas sociales que atravesamos, sobre todo las relacionadas con la pobreza, las migraciones, las guerras, las desapariciones forzadas de personas, el terrorismo de estado, etc. 

Yo siempre trabajo el tema de mi tierra y de mi patria, que es lo que más me preocupa y las cosas que suceden en ella. No es una voz muy lírica la mía, tampoco te puedo decir que sea de denuncia o panfletaria, es más bien un testimonio de lo que ha pasado o está pasando. 

Del libro espero que ruede, que siga su camino, que se lea en todas las partes posibles, que se escuche. Me gusta esto que se lea en Colombia, por ejemplo, o en otros lugares ajenos a la Argentina. Yo creo que la obra una vez editada va haciendo su propia trama, sus recorridos y siempre va adelante y más lejos, de lo que piensa su autor. Los libros son seres vivos que van llegando a lugares a los que uno por ahí no piensa que pueden llegar, más ahora con toda la producción virtual que también existe y por todas partes… Son como criaturas que van creciendo y caminando por distintos lugares…


¿Cómo es tu voz poética? 

Como te comenté antes, mi voz poética tiene más que ver con la crítica social o con la poesía llamada social que no es lo que más se ve en esta época. Tengo algunos poemas o algunos versos más liricos, más amorosos pero es como que no me puedo salir de lo social, por más que quiera. Tiene que ver con el trabajo que uno ha hecho toda la vida, que fue, atender los padecimientos en salud mental de personas sufrientes, y esas personas sufren en general como víctimas de algún acontecimiento traumático por el que han transitado… Creo que estamos en una sociedad en donde todos de una forma o de otra nos sentimos excluidos y nos sentimos víctimas de algo y eso hay que pensarlo porque hay un modelo de existencia, civilizatorio diría algún filósofo, sobre todo del mundo occidental y más de Latinoamérica en este momento que se nos está cayendo a pedazos… Creo en la capacidad de resiliencia de las víctimas y la capacidad de organización en tramas solidarias que es lo que se llama ahora los nuevos movimientos sociales. Así surgieron las Madres de Plaza de Mayo en su momento y después las Madres del Dolor, el Colectivo Mujeres de Negro, los curas de Opción por los Pobres y otros movimientos apartidarios construidos sobre la solidaridad y la resiliencia de las mismas víctimas.


¿Hacia dónde va la poesía? 

Creo que hay mucha poesía en este momento no tan preocupada por lo social sino más bien por la lírica, la contemplación, la admiración y celebración de las cosas más hermosas del mundo… Hay un maravilloso movimiento de ecopoesía por ejemplo, que es algo que admiro y es muy hermoso, que tiene que ver con la celebración de la naturaleza y la preservación del ecosistema ambiental, promueven la reforestación y el canto a la naturaleza por sí misma. Acá en Argentina lo empezó Teuco Castilla, pero hay poetas como Emily Dickinson, Nicanor Parra, Mary Oliver, que lo trabajaron antes. También, es interesante que esto aparece en toda la poesía en lenguas originarias, sea la prehispánica o la actual.

De todos modos hay muchas voces, hay poesía disidente de minorías sexuales que también es maravillosa y muy bien lograda y hay multiplicidad de voces… Sí lo que veo ahora es que hay muchísimos poetas y que no podés hablar de un movimiento poético homogéneo. No se canta tanto al amor, aunque hay mucha gente que lo sigue haciendo, y son hermosos los encuentros de poetas porque allí, cada uno está con su obra y con su voz, y escuchando a todos te das cuenta de la enorme diversidad de voces poéticas que existen.

Yo personalmente siempre hice poesía social, que está más emparentada con lo de Nicolás Guillén, Pablo Neruda, Armando Tejada Gómez o Hamlet Lima Quintana. También sigo mucho a los poetas españoles de la generación del 27, Lorca, Machado, Hernández. No es lo que más se ve en estos momentos…


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Tristeza 


Una tristeza sin saudade

Reflexiones poéticas en base al poemario “Tristeza” de Mariana Miranda (Alción Editora, mayo de 2023, Córdoba, Argentina)

En lo formal el libro se muestra como un objeto atractivo de tapas blancas y hojas recicladas, formato de bolsillo, 124 páginas en las cuales se acomodan 62 poemas sin solución de continuidad. El prólogo y contratapa están a cargo de Livia Vives y R.R. Di Vita, y en la portada luce un hermoso dibujo de Charly Chaplin a negro y pocos colores, ejecutado por Luis Schinca. A todas luces una edición cuidada y amigable.

En cuanto al “esqueleto” poético se deduce que sería un libro de fácil lectura pues la poesía de Mariana Miranda no es rara ni sofisticada, y en la consideración de que sus poemas por lo general no superan una página de cuaderno en su extensión (entre 30 y 45 versos como máximo), escritos en versos “menores”, muy frecuentemente reducidos a una sola palabra. Su sintaxis no es disruptiva ni amanerada, su diálogo es interno y no interpela directamente al lector, pero esa simpleza en el método no está exenta de una cierta profusión de imágenes y metáforas de gran fuerza evocativa. Podemos agrupar sus poemas en cuatro grupos temáticos: semblanzas, alrededor de seis poemas (curiosamente son los más extensos); líricos algo más de diez; testimoniales, que constituyen el corpus principal de la obra (35 poemas); y personales, que los llamo así porque son unos diez poemas donde la autora muestra algo de su sensibilidad interior.

Si prestamos atención a los personajes que se ven homenajeados en su escritura (Maradona, Lorca, el Che, la poeta desaparecida Inés Ollero) y a los que sita (Yupanqui, Neruda, Uribe) podremos afirmar con seguridad que no nos hallamos frente a una poeta elitista. En la predominancia de los poemas de carácter testimonial, podemos descubrir que sus escritos están conectados a la memoria colectiva de la sociedad que la alberga, en vez de a un mundo personal interno que desea emerger. No nos podemos sorprender de que el principal impulso creativo provenga de cierta inquietud social de la autora, puesto que vemos esta inclinación personal en los estudios que ha encarado: además de ser traductora de francés y psicóloga, cursó maestrías en Derechos Humanos y en Salud Mental además de diplomaturas en Psicología Forense.

Alguien diría que la única convención necesaria en la poesía es la de expresar la interioridad de quien la escribe, acto de extrema soberanía humana en su punto inicial. Ahora bien, en el caso de ser publicada en un libro irrumpen otros presupuestos, que dimana de la intención del autor de mostrar, hacer públicos sus escritos. Allí toma fuerza la reconvención clásica de que la poesía es cierta alquimia sofisticada entre VERDAD y BELLEZA, que no por antigua puede considerarse inválida. Si nos aprestamos a leer un libro que se llama “TRISTEZA” quizás pensemos que es fácil saber a qué atenerse, pero en vistas de la historia misma de la poesía a través de múltiples movimientos estéticos y búsquedas expresivas (clasicismo, romanticismo, impresionismo, dadaísmo, modernismo, surrealismo, ultraísmo, objetivismo, estructuralismo, standupismo etc.) podemos mantener abierta nuestra curiosidad a la espera de descubrir lo que la autora nos quiere decir y de qué manera lo dice.

No recuerdo bien a quien le escuché decir que no había nada de malo en sentirse triste (era un psicólogo por supuesto), siempre y cuando se supieran los motivos de esa tristeza. Generalmente es una pena, una ausencia que causa dolor, una pérdida o separación de lo querido. Toda pérdida (ya sea de algo físico o de una oportunidad que esperábamos con ansias) nos genera un estado de duelo que merece ser transitado, en ese tránsito debemos permitirnos el estar tristes, para que nuestra psique y el mundo mismo en su imparable devenir puedan actuar sobre nuestros sentimientos. Hay ciertos mecanismos por los que nuestros pesares mutan, y sin desaparecer del todo nos acompañan como un elemento más de nuestro bagaje vital (o eso esperaríamos que ocurra). Nace entonces el concepto de saudade, en el cual la tristeza de la pérdida se ha teñido de la dulzura de los recuerdos, y la tristeza transformada en nostalgia nos ofrece una chance de dar gracias por haber tenido esas experiencias vitales y haber salido airosos. 

En su libro Mariana Miranda testimonia pérdidas que no son específicamente  propias (como serían el caso de la pérdida de un familiar, de un ser querido o de algún proyecto personal que naufraga). Su escritura nace de una actitud empática de acercamiento al dolor ajeno, y su compromiso es tal que sufre con el sufrimiento de otros, lo que hace suyo en una especie de preocupación globalizada por las desgracias del mundo. Sufre por los inocentes muertos arbitrariamente en manos de los tiranos, por las víctimas de femicidios, por los desplazados forzosamente debido a las persecuciones étnicas, religiosas y políticas, por los relegados a una vida de miserias en un sistema dominado por los ricos, incluso por los animales víctimas de los des manejos ecológicos del hombre. Incluso se hace eco del dolor de los allegados a dichas víctimas, el dolor de las madres reclamando por sus hijos desaparecidos o víctimas de femicidio o de la violencia narco etc. En este punto su dolor toma visos de impotencia ante la lentitud e indiferencia de nuestros mecanismos judiciales. Esa impotencia ante las injusticias del mundo parece generarle frustración e ira, movilizador primordial que busca su válvula de escape a través de la expresión poética. Quizás es por eso que leer su libro se sienta como una patada en el pecho, en su dolor nos muestra descarnadamente la herida que lo provoca, sin invocar el botiquín de los primeros auxilios o reclamar el llamado al 911.

En este punto debemos aclarar el permanente vuelo poético de Mariana Miranda, cosa que le evita caer en lugares comunes impostados o en burdos panfletos pseudo-humanitarios. Valga citar: “Crepitan estrellas/ en los sueños del día”; “lejos de los atardeceres mágicos/ en la laguna calma de mi pueblo”; “Manos de hadas/ tejen urdimbres/ de estrellas” entre muchos más aciertos líricos.

Pero que esto no nos llame a engaño, analizando globalmente su poesía (tanto por las temáticas como por el modo de abordarlas) la percibimos desencantada, sufrida y amarga, penosa y hasta pesimista, con visos de desesperanza. En su enojo no duda en ser cruel y descarnada. Verbigracia:

 “Oliendo la carne,/ podrida y quemada,/ de las montañas humanas/ de cadáveres”. Para saber si estos son solo casos aislados, tras hacer un conteo al voleo de las palabras más utilizadas en sus versos descubrimos que las referidas a lo nefasto (muerte, negro, final, abismo, lloran, sufren, tristeza, soledad, miedo, silencio, furioso, tirano, cretinos, etc.) aparecen cerca de 300 veces, más del doble que palabras positivas (bello, caricia, luz, rosa, pétalos, libertad, sueños, sonreír, nacen, crecen etc.) que suman alrededor de las 150 apariciones. Esta intromisión matemática en el subjetivo mundo de la poesía es cuestionable pero marca algunos sesgos en la elección expresiva del autor.

Cabe analizar los típicos contrastes de los que se vale la poesía en sus artilugios expresivos. Cuando Miguel Hernández dice “menos tu vientre todo es oscuro”, es para que resplandezca más intensamente la esperanza del hijo por venir en lo tétrico de su terrible realidad. Quizás en los poemas tan tristes y descarnados de Mariana Miranda podamos encontrar un mensaje final de resiliencia o de esperanza ante la posibilidad de un futuro mejor, o al menos la incitación a transformar el doloroso presente para bien de las generaciones futuras. Es así que ponemos el foco en los remates de sus poemas, eso que sería el golpe de efecto que da cierre al mensaje del autor de manera poderosa (el “polvo serán, mas polvo enamorado” de Quevedo) y podemos enumerar 18 poemas con un final más bien esperanzador o directamente neutro, contra 23 que cierran haciendo alusión directa a la muerte o a alguna de sus oscuras variantes como pueden ser “asesinar” o “alma en pena”. No por nada este libro se llama como se llama. Todo lo dicho y leído me lleva a reflexionar sobre cuál  debe ser la conducta de un alma sensible frente a las agresiones del mundo que la rodean. Está bien el duelo, está bien la tristeza, pero tras la impotencia y la ira se agazapa la silueta de la locura, que puede hacerse presente si nos obsesionamos en describir las heridas y nada más (me vienen a la mente personajes como Artaud y Pizarnik, de manera algo caprichosa). Si en nuestra terapia curativa concurre la poesía está todo más que bien, pero yo personalmente intento ser muy cuidadoso con lo que muestro al lector desprevenido. Un buen anfitrión convida con su mejor postre a quien lo visita, no con el amargo medicamento que está tomando. La poesía como el acero se trabaja en caliente, pero el hierro al rojo vivo dista mucho de poder usarse, y –al igual que la poesía en caliente- por lo general quema. El buen herrero sabe que falta templar, pulir, afilar y dejar que el tiempo haga su parte del trabajo. En el caso que nos toca sería la actitud de acompañar –además de la puteada- restañando heridas y compartiendo el peso del equipaje para poder de consuno seguir andando, que la pena, el dolor y la tristeza no nos inmovilicen, porque es sabido que la inmovilidad es la cualidad de la muerte.

La palabra de aliento se debe diferenciar de la queja, que a esa, la víctima ya la tiene. Como poetas está bueno pensar que la poesía no es “usable” para ningún propósito personal, aunque de puertas adentro nos resulte terapéutica. “Verso/ nace/ libre” escribió mi amigo Horacio Rossi, incluso libre de las intenciones del poeta, porque la poesía no es famélica ni clama piedad, esos somos nosotros, quienes una vez curados del dolor y la pena, y habiendo aceptado la tristeza en su rol de dulce saudade, podremos oponer a la muerte esperanza, al desastre una luz de guía, y escribir un poema que en su remate diga: “Juntos podemos”.

Fernando Gabriel Vaschetto, 

Rosario, 18/11/2023.


*

La soledad de los caminos 

Con el paso del tiempo descubrimos que la vida es una experiencia dolorosa, una tinaja que va acumulando tristezas hasta desbordarse. 

La tristeza es un sentimiento universal que nos permite sentir y transitar el dolor y la amargura que ocurre en otro cuerpo, en otra tierra, en otro pueblo, en otras almas. 

La escritora Mariana Miranda nos pone frente al espejo, nos vemos tal cual somos, también, en medio de tanta sombra, nos muestra una pequeña luz, un largo camino

Sergio Antonio Chiappe Riaño 

Bogotá, 18 de abril del 2024


*


Tristeza 

Mariana Miranda 

Alción Editora 

Córdoba, Argentina 

2023


Tala

 Tan sólo sienten los árboles

tras su corteza,

rugosa y fiera,

las penas de los que sufren.

 

Más tristeza

Mana

cada vez

desde la savia de sus hojas

vestidas de verde

 

Los bosques ya no lloran

el rocío de la guerra

tan sólo queda el odio

en los bosques sobrevivientes

 

Llorando fieles

por las memorias

de sus propios muertos.




Pibes

 Los cuerpos asesinados aparecen

impunemente

en lugares recónditos y vacíos

 

Poderosa garganta ruge de rabia

por tanto pibe maltrecho,

por tanto pibe herido

 

Por tanto pibe desaparecido,

hasta que lo plantan

convenientemente

 

muy lejos del ruido

o flotando en el río

 

Las madres penan tempranas muertes

y salen a luchar por las veredas

Sufriendo

 

Como las Madres

Esas que rondaban la Plaza

 

La Historia vuelve

todo vuelve,

en los círculos patéticos del horror

 

¿quién nos cuida de quién?

¿qué fuerzas?




Suicidios

 Tiernos suicidados de alabastro

susurran al oído de las hadas

todos los pecados

que no pudieron cometer

por ese ¿qué se yo?

que tienen los cobardes

Por ese temor único

que tienen los no audaces

Y sangran,

reventándose lentamente

contra las veredas del horror

Vecinas,

o no tanto,

de las más altas cornisas.




 Visión

 Tus manos de escarcha

tiemblan

sobre mi piel callada

todos los días

 

Los ojos eternos del mundo

miran

cómo se deshacen las hojas en el viento,

cómo crecen los niños en las veredas solas

 

Cómo viven algunos,

muchos quizás,

en la intemperie de los días

 

Cómo triunfan los tiranos,

siempre,

más allá de las olas del mar

 

Incluso

si suplican por sus vidas.



 

*

Jesús

Tristeza






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