Tengo verdadera fe en que las oraciones
son siempre contestadas por un dios equivocado.
Arturo Hernández González
Soy
el vocablo que fluye
y trasciende a pesar de mí
Luz Dary Torres
Queriendo liberarse,
Dios muerde mi mano
-la mano con la que le doy de comer-
Sergio Antonio Chiappe
Bienvenido Pedro Yohandris Giraldo Sánchez a EL CLAROSCURO.
Gracias por aceptar mi invitación
Pedro Yohandris Giraldo Sánchez (Villahermosa Tolima 1995) es Normalista Superior (2014) y Licenciado en Lengua Castellana por la Universidad del Tolima (2020). Docente de tiempo completo en la I.E.T. General José Joaquín García, sede La Cristalina (Casabianca), e integrante del Grupo de Investigación en Literatura del Tolima. Ganador del Concurso de Poesía Ibagué Literaria (2022) y mención en el IV Premio Nacional Plenilunio de Poesía (2023). Autor de La melodía de la espera (2022) y La vigilia del viento (2024), publicados por Ediciones Exilio; coautor de La escuela total (2015) y Tres temas de la novela colombiana contemporánea (2023). Parte de su obra ha sido traducida al italiano y al rumano.
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¿Quién es Pedro Yohandris Giraldo Sánchez?
Soy una persona tranquila, enamorada de la vida y de los pequeños milagros que habitan en lo cotidiano. Vivo rodeado de una familia hermosa (Mi esposa, dos hijos, 5 perros y un gato), que me enseña cada día el valor de cada instante y la fuerza del amor compartido. Mi corazón late al ritmo del campo, del verde y del canto de los pájaros, y por eso elegí ser docente rural, sembrador de saberes y esperanzas en territorios donde la palabra florece. Soy un lector apasionado, un caminante de libros y silencios, un enamorado de la paz, la vida y la naturaleza. Mi existencia es una celebración serena, una búsqueda constante de lo esencial.
¿Cómo llegó la poesía a tu vida?
La poesía llegó a mi vida en el año 2015, de la mano de mi maestro Jorge Ladino Gaitán. Fue él quien me compartió el libro Canto a mí mismo, de Walt Whitman. En ese texto me encontré a mí mismo, comprendí que debía aprender a escuchar la naturaleza, a conectar con ella desde un lugar profundo y auténtico. La poesía me salvó en momentos en que la existencia se volvía pesada, cuando no sabía qué hacer con la vida. Me enseñó a disfrutarla, a respirar con sentido. Desde entonces, intento conectar con la naturaleza y con la vida misma a través de mis palabras, con la esperanza de que también puedan sanar o acompañar a otros.
¿Qué ha hecho por ti?
La poesía me ha sostenido en los momentos más oscuros y felices de mi vida; me ha enseñado a mirar con otros ojos lo que me rodea. Me ayudó a comprender la vida, me ofreció un refugio y, al mismo tiempo, una brújula. Gracias a ella aprendí a escuchar el susurro de la naturaleza, a traducir el silencio en palabras y a encontrar belleza incluso en medio de la incertidumbre. La poesía me ha dado una voz y una forma de habitar el mundo con más conciencia y gratitud.
¿Con qué palabra te identificas?
Con la palabra gratitud, porque he comprendido que debo celebrar mi vida. Cada cosa o suceso que ocurre me permite crecer como persona, construirme desde las experiencias que, poco a poco, me ayudan a madurar y a comprender mejor el mundo. Como bien lo expresa Walt Whitman: “Doy la bienvenida a todo lo que me llega, sin preguntas.” Así, estoy aprendiendo a escuchar, a sentir y a entender que todo lo que llega a mi vida puede ser una experiencia que me hará más humano, y que, de la mano de Dios, llegará siempre con bendición.
¿Cómo es tu voz poética?
Mi voz poética está en constante construcción. Como lo expreso en un fragmento de mi último libro:
"Ahora comprendo que escribir estas líneas es el inicio de mi bosque, de ir aprendiendo a escuchar la lluvia, el viento y las flores que no esperan la eternidad y cuya belleza la alcanza."
Mi poesía nace del proceso de aprendizaje y de la atención a las pequeñas cosas que me rodean. No tengo prisa ni afán por definirla, porque sé que mi voz seguirá evolucionando hasta el último día de mi vida. He tenido aciertos y también desaciertos, pero siempre he sido honesto con mi sentir. Lo que escribo es un reflejo sincero de lo que soy: mis miedos, mis deseos, mis emociones y mi manera de entender el mundo. Para mí, la escritura es una forma de conocerme y comprenderme, y eso es lo que me hace feliz.
¿Cuál es tu opinión sobre la poesía y las redes sociales?
Para mí, las redes sociales han sido fundamentales, no solo en mi vida, sino también para la poesía en general. Creo que es muy importante que los textos poéticos no se queden únicamente en los libros, sino que puedan escapar y habitar esos espacios increíbles que las redes sociales han creado para la literatura. Esto es especialmente valioso para escritores emergentes que no vivimos en las capitales, ya que nos permite ser leídos desde diversas partes del país e incluso del mundo. Gracias a las redes sociales, he tenido la oportunidad de conocer poetas increíbles que han contribuido a mi crecimiento personal y a la visibilización de mis textos. Por ejemplo, el poeta Arturo Hernández, de Bogotá, ha sido clave en dar visibilidad a mi escritura, apoyándome para que mis textos lleguen a páginas tan importantes para mí como la revista Noche Laberinto, la revista Innombrable, el Centro Cultural Tina Modotti, entre otras grandes plataformas que me han abierto las puertas a más lectores.
¿Cómo se pueden construir o crear públicos para la poesía?
Las redes sociales juegan un papel fundamental en la construcción de públicos para la poesía, ya que permiten crear comunidades en torno a la palabra y la cultura. A través de estas plataformas, podemos comunicarnos y conocer a otros escritores que también apuestan por la poesía, especialmente en tiempos donde la palabra se convierte en un acto de rebeldía frente a la rapidez y superficialidad de la vida moderna. Estas conexiones digitales van tejiendo relaciones de complicidad y confianza, lo que facilita que se vayan ganando lectores poco a poco. Además, mis lectores se convierten en lectores de otros poetas, y a su vez, los lectores de esos poetas llegan, muchas veces por casualidad, a mis textos. De esta forma, se crea una red de lectores y escritores que se retroalimentan y ayudan a que la poesía siga viva y en constante expansión.
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I
Prescindiste de la eternidad
por los acertijos
que buscan la piel tejida
por el tiempo,
a encontrar en tu pecho
la semilla de un jardín
regada por las lágrimas
de la noche.
Decidiste escribir
en los pétalos del girasol
las historias
que se esconden bajo las piedras,
lugar donde nacen nuestras sombras.
Te desnudaste
bajo los ojos abiertos de la noche
y la penumbra te descubrió en un espejo
en un cuarto olvidado por los dioses.
II
“No tuve tiempo para odiar / seguro la muerte me lo hubiera impedido.”
Emily Dickinson
A veces, cuando llega la noche
con su canto a visitar los recuerdos,
tejo árboles con las lágrimas de mi sombra
para que descansen las aves
y emigren a otra memoria.
Al llegar la aurora,
se alimentan del tiempo que crece
en la rama donde el viento arrulla la muerte.
Bajo sus ojos vigilantes mudo de piel
mis huesos florecen
en el bosque,
las horas se desangran
en el caer infinito de los pétalos.
IV
Hay un lugar en el bosque
donde las sombras se acarician
antes que la noche se esconda
en la mirada cómplice de la montaña.
Buscan el camino a la tierra cálida
donde rendidas se toman de la mano.
En sus muslos les crecen árboles
y sus frutos abren la cerradura del bosque
en el que habita el tiempo
que se oculta de la muerte.
Ahora, en los ojos sólo queda
la memoria de las aves
que quemó el viento.
XXII
Desnuda
bajo la sombra de la ceiba,
tu espalda se llena del polvo de los astros.
En ti construyen
la ruta para conocer el universo,
te recorren con su eterno caminar
llevando en su lomo
la inútil sombra de los amantes.
En el centro de tu palma
la muerte sostiene una rosa
jugando con sus pétalos,
decide tu suerte.
Ahora,
veo renacer tu cuerpo
alimentado con la fragancia
de los amantes ungidos
para soportar el abrazo del tiempo
XXXIII
A Alejandra Pizarnik, in memoriam
Déjame leer los poemas
que escribes en la piel de la noche,
mientras la muerte sostiene en sus manos
las palabras desprendidas de tus labios
condenados a la espera.
Ver tu rostro en el pañuelo
con el que limpias el peso del día
y la última sonrisa que tus manos
cosecharon en el bosque
donde habitan tus muertes.
Déjame los pasos de tu sombra
que recorren el abismo
culpando a la noche de tu dolor
y de la soledad que trajo el viento.
XXX
Si te miras al espejo
sentirás las lágrimas de las flores
que se marchitan en lugar de tus ojos;
escucharás la súplica de los árboles
que envejecidos entregan sus frutos
para alimentar tus labios.
Oirás el aletear de los pájaros
que con sus cantos incuban el tiempo
en los pliegues de tus párpados.
Si te miras al espejo,
vuelve al olvido y trae de allí
el marco que sostiene tu rostro.
*
Diles también que tengo miedo,
que escribir es morir un poco
aunque cada verso sea un respiro.
Arturo Hernández
Encontré las palabras: sin duda, todas fueron el espejo donde
habitaron mis silencios, quienes al calor de los murmullos fueron
desapareciendo.
Rikardo Pantoja
Hermosos poemas!! Metáforas maravillosas y una dulce voz para retratar al mundo!!! Excelente!!!
ResponderBorrarHola Mariana. Gracias por tu lectura poeta. Bellos, bellos poemas nos ofrece Pedro Yohandris Giraldo.
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